Mariana y el Dragón Amigo



Érase una vez, en un reino lejano, una princesa llamada Mariana. Era una joven valiente y curiosa, que pasaba sus días explorando los mágicos bosques que rodeaban su castillo. A pesar de vivir en un palacio lujoso, Mariana anhelaba aventuras y amigos con quienes compartir sus sueños.

Un día, mientras exploraba una cueva oscura que había descubierto, quedó atrapada cuando una roca gigante la bloqueó la salida.

- ¡Ayuda! - gritó Mariana con desesperación.

Justo cuando sentía que no iba a poder salir, un rugido resonó a través de la cueva. Aterrorizada, miró hacia la entrada y vio la figura de un enorme dragón azul y verde.

- No te preocupes, te sacaré de aquí - dijo el dragón con una voz profunda pero amistosa.

El dragón se acercó y con un ágil movimiento de su cola, desvió la roca y liberó a Mariana. Ella se quedó boquiabierta al ver que el dragón no era como los de los cuentos que había escuchado. En lugar de ser feroz, tenía un brillo amable en sus ojos.

- Gracias, dragón. ¿Cómo te llamas? - preguntó Mariana, aún un poco asustada pero intrigada.

- Me llamo Drago. Siempre he querido hacer una amiga. - respondió el dragón con una sonrisa.

Desde aquel día, Mariana y Drago se hicieron inseparables. Pasaban el tiempo volando sobre los campos, descubriendo nuevas criaturas y compartiendo historias. Mariana le enseñaba sobre el reino y la vida en él, mientras que Drago le mostraba la belleza del mundo desde las alturas.

Sin embargo, un día, la tranquilidad de su amistad fue interrumpida. Una sombra oscura se cernió sobre el reino. Un mago celoso de la alegría que Mariana y Drago compartían, decidió secuestrar a Mariana para que el dragón sufriera.

- ¡Mariana! ¡No! - rugió Drago al ver desaparecer a su amiga entre las garras del mago.

Con el corazón partido, Drago sabía que debía actuar. Se lanzó a la búsqueda de su amiga y, utilizando su inteligencia y coraje, trazó un plan. Visitó a todos los animales del bosque y les pidió ayuda.

- ¡Juntos somos más fuertes! - les dijo.

Los animales, inspirados por su determinación, unieron fuerzas. Los pájaros volaron en equipos para espiar, las ardillas fueron a buscar la dirección del castillo del mago, y los ciervos se prepararon para desviar la atención del captor.

Mientras tanto, en el castillo del mago, Mariana no se rindió. Decidió usar su astucia. Se puso a hablar con el mago.

- ¿Por qué quieres hacerme daño? - preguntó Mariana, con una voz valerosa.

El mago, sorprendido por su valentía, le respondió:

- Porque nadie debe ser feliz. La felicidad es una amenaza para el poder.

- Pero solo somos felices porque compartimos. Si quieres, puedes unirte a nosotros, Drago y yo.

El mago, dudoso y intrigado por la propuesta, antes de reaccionar, oyó un gran aullido. Era Drago y los animales, que estaban llegando al castillo. Con su astucia y estrategias, lograron entrar y unir sus voces para liberar a Mariana. El mago, abrumado por la unión de toda la fauna y la valentía de Mariana y Drago, se dio cuenta de que la felicidad no se podía robar, y decidió rendirse.

- Tal vez estaba equivocado - admitió el mago, con una expresión triste.

- La felicidad se comparte, y compartir es poder - explicó Mariana con una sonrisa.

A partir de ese momento, el mago dejó atrás su maldad y se convirtió en un aliado del reino. Mariana, Drago y el mago trabajaron juntos para hacer del reino un lugar mejor, lleno de aventuras, risas y unión. Y así, Mariana no solo encontró un nuevo amigo en un dragón, sino también un inesperado aliado en el mago.

Desde entonces, Mariana, Drago y su grupo de amigos nunca olvidaron la importancia de la amistad y el poder de compartir la felicidad. Volaron juntos a través de los cielos, sabiendo que su unión era su mayor tesoro.

FIN.

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