Mariana y la Fábrica de Fresas


Mariana era una niña curiosa y valiente, a la que le encantaban las fresas. Vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes donde crecían las fresas más deliciosas que jamás había probado. Un día, Mariana decidió emprender una aventura en busca de la fábrica de fresas más grande y mágica del mundo.

Armada con una canasta vacía y una gran determinación, se adentró en el bosque en busca de la fábrica de fresas. Después de caminar un largo trecho, se encontró con un duende llamado Facundo, que le dijo que la fábrica estaba custodiada por un temible ogro. A pesar del peligro, Mariana decidió seguir adelante.

Al llegar a la fábrica, se dio cuenta de que el ogro no era tan temible como la leyenda contaba. Era un ogro amistoso y encantador que, al enterarse de la pasión de Mariana por las fresas, la invitó a recorrer la fábrica. Mariana quedó maravillada al ver las máquinas gigantes que clasificaban las fresas por tamaño y las bañaban en chocolate. Pero lo que más le impresionó fue ver a los duendes trabajando con alegría y entusiasmo.

- ¡Mariana, bienvenida a la fábrica de fresas! - exclamó el ogro con una sonrisa. - Aquí hacemos las fresas más deliciosas del mundo, y nos encanta compartir nuestra pasión contigo.

Mariana aprendió que las fresas no solo eran deliciosas, sino que también eran frutas nutritivas y beneficiosas para la salud. El ogro le explicó que las fresas eran ricas en antioxidantes y vitaminas, y que comerlas le daría energía para seguir explorando y descubriendo el mundo. Mariana se sintió muy feliz de haber conocido la fábrica de fresas y agradeció al ogro por su generosidad.

Al regresar a su casa, Mariana compartió sus aventuras con su familia y les contó sobre la maravillosa fábrica de fresas. A partir de ese día, Mariana valoró aún más las fresas y se prometió cuidar de los campos de su pueblo para que siempre estuvieran llenos de estas deliciosas frutas.

Y así, Mariana siguió disfrutando de las fresas, recordando su increíble aventura en la fábrica mágica. Siempre llevó consigo el recuerdo de cómo el amor por las fresas la llevó a descubrir un mundo nuevo y emocionante.

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