Mariano y el Escuerzo Valiente
En un mágico bosque donde los árboles hablaban y los ríos cantaban, vivía un ogro llamado Mariano. A pesar de su aspecto aterrador, Mariano tenía un corazón enorme. Sin embargo, había algo que le causaba un gran miedo: los sapos.
Un día, mientras Mariano paseaba por el bosque, escuchó un bullicio. Al acercarse, vio a un grupo de sapos saltando y riendo.
"¡Eh, Mariano!" - gritó uno de los sapos, llamado Rocco. "¿Por qué siempre nos evitas? ¡No muerdo!"
Mariano, temblando un poco, respondió: "Es que… me dan miedo. Sus saltos, sus croan... son cosas que no entiendo."
Rocco lo miró con sorpresa. "Pero si somos solo sapos. ¡No hay nada que temer! ¿Por qué no juegas con nosotros?"
Mariano pensó un momento. Era cierto, nunca había intentado conocer a los sapos. Quizás su miedo era infundado. "Está bien, voy a intentar jugar con ustedes" - dijo, con algo de nerviosismo.
Así fue como Mariano se unió a los sapos en su juego de saltos. Al principio, fue muy torpe y hasta se cayó un par de veces.
"¡Vamos, Mariano! Solo hay que divertirse!" - le animaban.
Pero, poco a poco, el ogro empezó a disfrutar. Sus risas resonaban en todo el bosque. Esto lo llevó a comprender que los sapos, aunque diferentes, estaban llenos de alegría y diversión.
Un día, mientras jugaban, apareció un escuerzo, un sapo antiguo y sabio, que era conocido por su caótico canto.
"¡Hola, pequeños! ¡He visto a muchos ogros por aquí, pero ninguno tan valiente como tú, Mariano!" - dijo el escuerzo.
Mariano, sorprendido, respondió: "¿Valiente? ¡Si yo tengo miedo de los sapos!"
"No es el miedo lo que define tu valentía, sino cómo decides enfrentarlo. Has dado un gran paso al jugar con ellos. Eso es lo que cuenta," - explicó el escuerzo.
Mariano se sintió un poco más valiente. De repente, escucharon un grito en el bosque. Un pájaro había quedado atrapado en una trampa hecha por un cazador. Los sapos miraron a Mariano con preocupación.
"Mariano, ¡necesitamos tu ayuda!" - dijo Rocco. "Solo tú puedes asustar al cazador con tu gran tamaño."
Mariano dudó. "Pero… ¿y si el cazador me asusta a mí?"
El escuerzo se acercó. "Recuerda. Este es el momento de ser valiente. Tu tamaño puede ser tu mayor fortaleza. ¡Vamos!"
Tomando aire, Mariano caminó hacia la trampa. Cuando el cazador vio al gran ogro, dio un salto hacia atrás. Mariano aprovechó este momento. Con un rugido ensordecedor, gritó: "¡Deja a ese pájaro!"
El cazador, asustado, huyó dejando el pájaro libre. Los sapos comenzaron a brincar de alegría y Mariano, aunque todavía nervioso, sintió una oleada de orgullo.
"No puedo creer que lo hice!" - exclamó Mariano. "Nunca pensé que podría ser tan valiente."
Desde aquel día, Mariano dejó de temer a los sapos y los vio como amigos. Aprendió que el miedo puede ser superado con valentía, curiosidad y la amistad.
Y así, en el corazón del bosque, un ogro, muchos sapos y un escuerzo sabio compartían risas, aventuras y un sinfín de increíbles momentos felices juntos.
FIN.