Mariano y el Ogro Asustado
Había una vez, en el corazón de un tupido bosque, un ogro llamado Bruno que vivía solo en una cueva. Todos los habitantes del bosque lo temían, porque su aspecto era aterrador: piel verde, colmillos grandes y una voz que retumbaba como un trueno. Sin embargo, Bruno no era malo, solo estaba asustado. Temía que alguien lo lastimara o que no lo aceptaran por lo que era.
Un día, mientras Bruno paseaba por el río, escuchó el croar de unos sapos. Curioso, se acercó y se encontró con un grupo de sapos que saltaban y jugaban alegremente. Se escondió detrás de un árbol y observó sin que ellos se dieran cuenta.
- “¡Mirá cómo salto! ” - dijo Sapo Sabio, que era el más grande del grupo.
- “¡Yo puedo saltar más lejos! ” - exclamó Sapo Rápido, competidor del grupo.
A Bruno le llamó la atención la amistad y la alegría que compartían los sapos, pero seguía teniendo miedo de acercarse a ellos.
Esa tarde, una tormenta se desató, causando que el río se desbordara. Los sapos, asustados, comenzaron a gritar y a saltar nerviosos.
- “¡Ayuda! ¡No sé nadar! ” - gritó Sapo Miedoso, que estaba atrapado en una piedra.
- “¡Nos vamos a ahogar! ” - exclamó Sapo Grande, con los ojos muy abiertos.
Bruno, sintiendo un nudo en el estómago, decidió que debía ayudar. Sin pensarlo dos veces, se dirigió rumbo al río. Cuando los sapos lo vieron, gritaron con temor.
- “¡El ogro! ¡El ogro! ” - chilló Sapo Sabio.
- “¡Corre, es un monstruo! ” - gritó Sapo Rápido.
Pero Bruno, frenético por salvar al Sapo Miedoso, se lanzó al agua. Con un gran zancada, alcanzó a Sapo Miedoso y lo levantó con una mano firme.
- “¡No tengan miedo! ¡Los ayudaré! ” - dijo Bruno con voz amable.
Los sapos se miraron entre sí, dudosos. Pero al ver que el ogro estaba usando su fuerza para salvar a uno de ellos, comenzaron a calmarse.
Una vez que Bruno llevó a Sapo Miedoso a la orilla, los demás sapos comenzaron a acercarse, curiosos.
- “¿De verdad no eres malo? ” - preguntó Sapo Sabio, temblando un poco.
- “No soy malo. Solo no sabía cómo hacer amigos… y tenía miedo de que me rechazaran.” - respondió Bruno, con una voz suave.
Justo en ese momento, empezó a despejarse el cielo, y el sol salió, iluminando el bosque. Los sapos, que se habían quedado en la orilla, comenzaron a aplaudir.
- “¡Hurra por el ogro! ” - gritaron.
- “¡Es nuestro héroe! ” - agregó Sapo Rápido.
Bruno sonrió por primera vez. Sentía que el miedo iba desapareciendo como las nubes después de una tormenta. Con la ayuda de los sapos, decidió que ya no viviría más solo y que podría ser parte de una comunidad.
- “¿Quieren jugar conmigo? ” - preguntó Bruno, un poco tímido pero animado.
- “¡Sí! ¡Claro! ” respondieron todos los sapos, saltando de emoción.
Desde aquel día, Bruno se convirtió en el gran amigo de los sapos del bosque. Juntos jugaban, saltaban y disfrutaban de muchas aventuras. El ogro ya no era temido, sino querido por todos, y aprendió que por más diferente que uno sea, siempre hay un lugar para la amistad.
Y así, en el bosque, el ogro y los sapos vivieron felices, juntos y sin miedo, demostrando que no hay que juzgar a los demás por su aspecto, y que la verdadera amistad se encuentra en el corazón.
Fin.
FIN.