Maribel, la mariposa que brillaba desde adentro


Había una vez en un hermoso jardín de colores vibrantes y aromas dulces, una mariposa llamada Maribel. Maribel era una mariposa muy especial, con alas de un brillante color azul y negro.

A pesar de su belleza única, Maribel no se sentía contenta con su aspecto. Todos los días volaba de flor en flor junto a sus amigas mariposas, quienes la elogiaban por lo hermosa que era.

Sin embargo, Maribel siempre encontraba algo en su apariencia que no le gustaba. Se comparaba con otras mariposas y pensaba que ellas eran mucho más bonitas que ella.

Un día, mientras volaba por el jardín en busca del néctar más dulce, Maribel se detuvo frente a un charco de agua cristalina. Al mirarse reflejada en el agua, vio por primera vez lo verdaderamente hermosa que era. Sus alas brillaban bajo el sol y sus colores resaltaban como nunca antes.

Maribel quedó asombrada al verse tan radiante y bella. Entendió en ese momento que la verdadera belleza estaba en aceptarse a uno mismo tal como es, con todas las imperfecciones y diferencias que nos hacen únicos.

Desde ese día, Maribel dejó de compararse con los demás y comenzó a apreciar su propia belleza interior y exterior. Se sentía feliz y orgullosa de ser quien era. "¡Maribel! ¡Qué hermosa te ves hoy!" - exclamaron sus amigas mariposas al verla volar con tanta confianza y alegría.

"Gracias amigas", respondió Maribel con una sonrisa radiante. "He aprendido que la verdadera belleza está en aceptarnos tal como somos".

Maribel se convirtió en un ejemplo para todas las mariposas del jardín, enseñándoles la importancia de valorarse a sí mismas y celebrar su singularidad. Y así, entre risas y vuelos llenos de alegría, Maribel vivió feliz por siempre jamás, inspirando a todos a amarse a sí mismos tal como son.

Porque al final del día, lo más importante es aprender a vernos con ojos amorosos y descubrir nuestra propia belleza interior.

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