Mariel y el Viaje a la Isla de los Sueños



Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Mariel. Mariel era conocida por su gran sonrisa y su curiosidad. Siempre andaba explorando los alrededores, subiendo a los árboles y recogiendo piedras de colores. Sus amigos la llamaban "Mariel, la niña bonita", no solo por su belleza, sino por su gran corazón.

Un día, mientras paseaba por el parque, encontró un viejo mapa escondido bajo una piedra. Era un mapa que prometía llevar a quien lo poseyera a la mágica Isla de los Sueños. Mariel, emocionada, fue corriendo a contarle a sus amigos.

"¡Chicos, chicos! ¡Encontré un mapa!" - gritó Mariel.

Sus amigos, Lucas, Sofía y Tomás, se acercaron rápidamente.

"¿Qué tiene de especial, Mariel?" - preguntó Sofía, intrigada.

"¡Lleva a la Isla de los Sueños!" - dijo Mariel, mostrando el mapa.

Lucas, que siempre había sido un amante de las aventuras, se iluminó.

"¡Tenemos que ir!" - exclamó.

Tomás, un poco escéptico, frunció el ceño.

"No sé, suena un poco peligroso. ¿Y si nos perdemos?"

Pero Mariel, con su usual positividad, sonrió.

"No nos perderemos. Juntos podemos lograrlo. Además, podemos aprender mucho en el camino. ¡Vamos a planear nuestra aventura!"

Así que los cuatro amigos comenzaron a prepararse. Empacaron bocadillos, una brújula y, sobre todo, su entusiasmo. Al día siguiente, siguieron el mapa que los llevaba a través del bosque, cruzaron ríos y escalaron colinas.

En un momento, se encontraron con un gran árbol que parecía hablar.

"¡Deténganse! ¿Qué buscan en mi bosque?" - resonó la voz del árbol.

Sofía tembló un poco pero Mariel respondió sin miedo.

"Buscamos la Isla de los Sueños porque queremos vivir una aventura y aprender cosas nuevas."

El árbol se rió.

"Está bien, pero deben contestar mis preguntas primero. ¿Qué les gustaría aprender en la isla?"

Lucas comenzó a pensar en la respuesta.

"Me gustaría aprender sobre las estrellas y navegar el mar. Estoy seguro que podría ser un gran capitán."

"Yo quiero aprender a cocinar para preparar recetas deliciosas para todos," - dijo Sofía con una sonrisa.

Tomás, aunque un poco tímido, se armó de valor.

"Yo quiero aprender a ser más valiente y no tener miedo a lo desconocido."

Mariel, mirando a sus amigos, dijo:

"Y yo quiero aprender a cuidar de la naturaleza. Quiero ser como tú, gran árbol. Quiero que todos comprendan lo importante que es cuidar el planeta."

El gran árbol asintió, satisfecho.

"¡Muy bien! Pueden seguir su camino, pero recuerden, la clave de la aventura está en el aprendizaje."

Mariel y sus amigos, emocionados, continuaron su viaje. Después de horas de caminar, llegaron a una playa brillante. Allí, vieron una canoa esperándolos, lista para llevarlos a la Isla de los Sueños.

Mientras remaban, la canoa comenzó a tambalearse.

"¡Ay, no!" - gritó Sofía.

"Mantengan la calma. ¡Podemos hacerlo!" - animó Mariel.

Todos se concentraron en remar al unísono y, con esfuerzo, llegaron sanos y salvos a la isla. Era un lugar mágico lleno de flores de todos los colores y árboles altos.

En la isla, conocieron a muchos seres extraordinarios. Se reunieron con un pez que les enseñó a nadar a contracorriente, un búho que compartía sabiduría y una tortuga que enseñaba el arte de la paciencia. Cada uno les dejó una enseñanza valiosa.

"Recuerden, siempre es importante cuidar de nuestro hogar y aprender a vivir en armonía con la naturaleza." - les dijo la tortuga.

Finalmente, Mariel y sus amigos comenzaron a regresar a casa. Cada uno tenía en su corazón un nuevo conocimiento y una promesa de aplicar lo aprendido.

Cuando llegaron al pueblo, Mariel dijo:

"Nuestros sueños son valiosos, y tengo que compartir lo que aprendí. Juntos podemos cuidar de nuestro entorno y ayudar a otros a aprender también."

Desde ese día, Mariel no sólo fue conocida como la niña bonita, sino también como la niña que cambió su pequeño pueblo, haciendo que todos comprendieran la importancia de cuidar la naturaleza y seguir aprendiendo siempre. Y así, Mariel y sus amigos continuaron explorando y viviendo aventuras, siempre con el corazón abierto a aprender algo nuevo y compartiendo sus experiencias con los demás.

FIN.

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