Mariham y el Ritmo del Corazón



Mariham era una niña llena de energía y sueños. Desde muy pequeña, había disfrutado del rock, y siempre admiraba a los bateristas de las bandas. Su habitación estaba decorada con posters de grupos famosos y, cada noche, antes de dormir, imaginaba estar en el escenario, tocando la batería frente a miles de personas. Pero había un pequeño gran obstáculo: Mariham era sorda.

Un día, mientras caminaba por el parque con su perro Rocco, se encontró con un grupo de chicos mayores que estaban tocando instrumentos en una jam session improvisada. El sonido era vibrante, y aunque ella no podía escuchar las melodías, sentía las vibraciones del ritmo a través del suelo.

"¿Por qué no tocás con nosotros?" - le dijo uno de ellos, un chico alto con pelo rizado y una guitarra al hombro.

Mariham sonrió, pero su corazón se llenó de dudas. Ella no podía escuchar. Sin embargo, decidió acercarse y observar. Con cada golpe de la batería, podía sentir cómo el ritmo bailaba en su pecho. Se le ocurrió que tal vez, si podía ver el movimiento de la música, podría tocar.

"¿Puedo intentar?" - preguntó Mariham, con una chispa de determinación.

Los chicos se miraron entre ellos, sorprendidos, pero asintieron. La chica se sentó en la batería más grande que había visto y, con toda su fuerza, empezó a golpear los tambores. Aunque no podía escuchar los sonidos, sintió el pulso del ritmo en su cuerpo.

Sus golpes eran un poco descoordinados al principio, pero pronto comenzó a encontrar su propio estilo. El grupo se dio cuenta de la energía que había en ella.

"¡Es increíble!" - gritó una chica con un bajo. "Nunca vi a alguien tocar de esa manera sin escuchar. ¡Tienes un ritmo único!"

Mariham sonrió. Se sintió aceptada y animada por aquellos nuevos amigos.

Días después, Mariham decidió formar su propia banda. Reunió a sus nuevos amigos del parque y se llamó 'Los Ritmos del Corazón'. Pronto se dieron cuenta de que su conexión era especial. Cada uno aportaba algo único, un estilo diferente que convergía en un sonido que, aunque no era igual al de otras bandas, tenía su propia magia.

Un día, recibieron una invitación para tocar en la fiesta de fin de año de su escuela. Mariham estaba emocionada pero también nerviosa.

"¿Y si no les gusta?" - le preguntó a Rocco mientras lo acariciaba.

"¡Eso no importa!" - contestó Rocco con un ladrido enérgico, como si supiera que debía apoyarla.

El día de la fiesta, muchos estudiantes estaban reunidos. Mariham miró al público y sintió una descarga de emoción por dentro. Cuando subieron al escenario, el chico de la guitarra se acercó y le dijo:

"Recuerda, Mariham, toca con el corazón, no con los oídos. ¡Estamos con vos!"

La presentación comenzó y, a pesar de que no podía escuchar los gritos y los aplausos, sentía la energía de todos alrededor. Las vibraciones de la música recorrían su cuerpo, e hizo lo que mejor sabía: se concentró en el ritmo que latía en su interior.

A medida que tocaban, el público empezó a moverse, a bailar, y a disfrutar. Al finalizar, se escuchó un fuerte aplauso. La alegría llenó el aire. Cuando terminaron, la gente les gritaba que querían más. Para Mariham, eso era el mayor regalo.

Después del espectáculo, un maestro se acercó a ella y le dijo:

"Mariham, no solo tocaste increíble, sino que también nos demostraste que el poder de la música va más allá de lo que oímos. Tu coraje e inspiración son un ejemplo para todos."

Mariham se emocionó. Aunque no podía escuchar las palabras, pudo sentir el orgullo y la alegría que la rodeaba. Desde aquel día, siguió tocando con su banda y se presentó en muchos lugares, inspirando a otros a seguir sus sueños sin importar los obstáculos.

Así, Mariham descubrió que el verdadero ritmo del rock está en el corazón y que, a veces, los sueños más grandes vienen con desafíos, pero con esfuerzo y pasión, siempre se pueden lograr.

Y así, con cada golpe de tambor, Marinham llevó su música a todos, enseñando que los sueños son posibles, sin importar las limitaciones.

FIN.

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