Marilú y el poder de la paciencia



Había una vez en un lejano bosque encantado, una mariposa llamada Marilú. Marilú era conocida por ser la más hermosa y colorida del bosque, con sus alas brillantes que deslumbraban a todos los habitantes del lugar.

Sin embargo, Marilú tenía un secreto: cada vez que se enojaba, sus ojos se volvían rojos como el fuego y emitían destellos de furia. Por eso, todos en el bosque la llamaban "Amor ojo enojo".

Un día, mientras Marilú revoloteaba entre las flores, escuchó unos sollozos provenientes de un árbol cercano. Se acercó con curiosidad y descubrió a una pequeña ardilla llorando desconsolada. "¿Qué te sucede, amiguita ardilla?" preguntó Marilú con ternura.

La ardilla levantó la mirada y entre sollozos le contó que había perdido su bellota favorita, la cual guardaba como un tesoro. Marilú sintió compasión por la triste ardilla y decidió ayudarla a buscar su preciada bellota.

Ambas emprendieron entonces un viaje por el bosque, recorriendo cada rincón y preguntando a todos los animales si habían visto la bellota perdida. Durante la búsqueda, se encontraron con varios obstáculos que pusieron a prueba la paciencia de Marilú.

En más de una ocasión estuvo a punto de enfadarse, pero recordó cómo sus ojos podían asustar a los demás cuando se ponía furiosa.

Finalmente, al caer la tarde y cuando parecía que ya no tenían esperanzas de encontrar la bellota perdida, divisaron algo brillante entre las ramas de un árbol. Era la bellota favorita de la ardilla, quien saltaba de alegría al recuperarla. "¡Gracias, gracias por tu ayuda!", exclamaba emocionada la ardilla mientras abrazaba a Marilú.

Marilú sonreía feliz al verla tan contenta y comprendió que valía más controlar su enojo para poder ayudar a otros y hacer felices a quienes lo necesitaban.

Desde ese día en adelante, todos en el bosque dejaron de llamarla "Amor ojo enojo" para referirse simplemente a ella como "Mariposa Amor", símbolo vivo del amor incondicional hacia los demás.

Y así fue como Marilú aprendió que el verdadero poder reside no solo en nuestra belleza exterior sino también en nuestra capacidad para controlar nuestras emociones y usarlas para hacer el bien en el mundo que nos rodea.

FIN.

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