Marina y el amigo del pasado



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Marina. Marina era muy curiosa y siempre soñaba con vivir aventuras emocionantes.

Un día, mientras exploraba el desván de su casa, encontró un reloj antiguo que parecía tener poderes mágicos. Sin pensarlo dos veces, decidió darle cuerda y de repente se vio envuelta en una brillante luz. Cuando la luz desapareció, Marina se encontraba en un prado verde y florido que nunca antes había visto.

Confundida pero emocionada, comenzó a caminar y pronto se dio cuenta de que no estaba en su época. Se había transportado al pasado. Mientras seguía explorando, escuchó risas a lo lejos.

Se acercó sigilosamente y vio a un niño de su edad jugando con una cometa. El niño tenía ojos brillantes y una sonrisa traviesa que cautivaron a Marina al instante. Su nombre era Juan.

Marina observaba a Juan desde lejos, fascinada por su valentía y alegría. Quería acercarse a él, pero no sabía cómo hacerlo sin asustarlo. Finalmente, reunió todo su coraje y se presentó:- Hola, soy Marina. ¿Puedo jugar contigo? Juan la miró sorprendido al principio, pero luego sonrió amablemente.

- ¡Claro! Mi nombre es Juan. ¿De dónde eres? Nunca te he visto por aquí. Marina explicó tímidamente que venía de otra época gracias al reloj mágico que había encontrado en su casa.

Juan no podía creerlo al principio, pero luego aceptó la historia de Marina con entusiasmo. A partir de ese día, Marina y Juan se convirtieron en grandes amigos. Pasaban horas jugando juntos en el prado y descubriendo las maravillas del pasado.

A pesar de las diferencias entre sus épocas, encontraron formas creativas de comunicarse e incluso aprendieron palabras nuevas el uno del otro. Pero conforme pasaba el tiempo, Marina empezó a preocuparse por volver a su tiempo presente.

No quería dejar a Juan ni olvidar las increíbles experiencias que habían compartido juntos. Una noche estrellada, mientras miraban el cielo lleno de constelaciones desconocidas para Marina, ella tomó la mano de Juan y le dijo con tristeza:- Juan...

creo que ha llegado el momento de regresar a mi época. No sé cómo decirte adiós... Juan la miró con seriedad por un momento antes de responder:- Marina... aunque nuestros tiempos sean diferentes, nuestra amistad siempre perdurará en nuestros corazones.

Nunca olvides las aventuras que vivimos juntos y recuerda que siempre tendrás un amigo en mí.

Con lágrimas en los ojos pero con una sonrisa en el rostro, Marina abrazó fuertemente a Juan antes de activar nuevamente el reloj mágico para regresar a casa. Al despertar en su habitación familiar con el reloj antiguo entre sus manos, Marina supo que siempre llevaría consigo los recuerdos especiales de su viaje en el tiempo junto a Juan.

Y aunque ya no pudieran jugar juntos como antes; sabían que su amistad trascendía cualquier barrera temporal.

FIN.

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