Marina y el mundo mágico



Marina era una niña muy especial. Siempre estaba sonriendo y disfrutando de la compañía de su familia. Pasaba horas jugando con sus hermanos, ayudando a sus padres en las tareas del hogar y compartiendo momentos felices juntos.

Un día, mientras todos estaban sentados en el sillón de la sala, los padres de Marina le dijeron que tenían algo importante que contarle.

Ella se acercó curiosa y preguntó: "¿Qué sucede?"Su papá tomó un respiro profundo antes de hablar: "Marina, mamá está enferma. Los médicos nos han dicho que pronto se irá al cielo". Marina miró a su mamá con ojos llenos de tristeza y confusión.

No entendía por qué su mamá tenía que irse tan lejos. Se abrazó a ella con fuerza y dijo: "No quiero que te vayas, mamá".

Su mamá la apretujó dulcemente entre sus brazos y respondió: "Yo tampoco quiero irme, mi amor, pero debemos aceptar lo que la vida nos presenta". A partir de ese momento, Marina decidió aprovechar cada segundo junto a su mamá. Jugaban juegos divertidos, cocinaban galletitas juntas e incluso hacían picnics en el jardín.

La risa volvía a llenar la casa gracias a las ocurrencias graciosas de Marina. Un día soleado, mientras paseaban por el parque cerca de casa, Marina encontró un diente de león gigante. Lo sopló con todas sus fuerzas y cerró los ojos para pedir un deseo secreto.

Al abrir los ojos, Marina vio algo mágico. El diente de león había liberado una llave dorada que flotaba en el aire. Marina la tomó con asombro y se dio cuenta de que era una señal.

Corrió emocionada hacia su mamá y le mostró la llave. "¡Mamá, encontré un tesoro! ¡Creo que esta llave nos llevará a un lugar especial!". Su mamá sonrió, contagiada por la emoción de Marina, y aceptó el desafío.

Juntas comenzaron a buscar pistas por toda la casa para descubrir dónde usarían esa misteriosa llave. Después de buscar durante horas, finalmente encontraron una pequeña puerta escondida detrás del armario del abuelo.

La llave encajaba perfectamente en la cerradura y al abrirla, reveló un mundo lleno de colores brillantes y maravillas sorprendentes. Marina y su mamá entraron juntas en ese nuevo mundo mágico.

Allí encontraron árboles gigantes con caramelos como hojas, ríos llenos de helado derretido y montañas hechas completamente de algodón de azúcar. Pero lo más importante fue que Marina encontró a otras niñas y niños que también habían perdido a sus madres. Todos compartían historias tristes pero también aprendieron a encontrar alegría en los recuerdos felices.

Marina comprendió que aunque su mamá ya no estuviera físicamente con ella, siempre viviría en su corazón.

Aprendió a llevar consigo los momentos especiales que compartieron juntas y a encontrar consuelo sabiendo que su mamá estaba en un lugar mejor, cuidándola desde el cielo. Con el tiempo, Marina y su mamá continuaron visitando ese mundo mágico cada vez que extrañaban estar juntas. Jugaron, rieron y crearon recuerdos inolvidables.

Marina descubrió que aunque la vida puede presentar desafíos difíciles, siempre hay una manera de encontrar alegría y amor en los momentos más oscuros. Y así, con su corazón lleno de esperanza y felicidad, Marina siguió adelante junto a su familia, recordando siempre la importancia de valorar cada instante compartido.

FIN.

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