Marina y la playa limpia



Había una vez, en una playa paradisíaca de aguas cristalinas, una hermosa sirena llamada Marina. Marina vivía felizmente en su hogar bajo el mar, rodeada de peces y corales de colores brillantes.

Un día, mientras nadaba cerca de la superficie, escuchó un débil llanto proveniente de la orilla. Intrigada por el sonido, se acercó sigilosamente y descubrió a una pequeña tortuga atascada entre pilas de basura que habían sido arrojadas al mar.

La tortuguita luchaba por liberarse sin éxito. Marina no pudo quedarse indiferente ante esa triste escena. Nadó rápidamente hacia la tortuga y con mucho cuidado comenzó a desenredarla de los plásticos que la atrapaban.

La tortuga estaba muy asustada pero confiaba en que Marina le ayudaría. Después de un rato, Marina logró liberar completamente a la tortuga y juntas nadaron hacia aguas más seguras.

La tortuguita estaba tan agradecida que decidió acompañar a Marina durante su labor diaria para mantener limpia la playa. Desde ese día, todas las mañanas antes del amanecer, Marina y la tortuga salían juntas del agua para limpiar los restos de basura esparcidos por la playa.

Recogían botellas vacías, bolsas plásticas y otros objetos dañinos para el ecosistema marino. Poco a poco, otros animales marinos se dieron cuenta del trabajo incansable que realizaban Marina y su nueva amiga. Se unieron a ellas en esta noble tarea: delfines, peces de colores y hasta un pulpo muy curioso.

La noticia del esfuerzo conjunto de estos animales marinos llegó a oídos de los humanos que visitaban la playa.

Los turistas quedaron impactados al ver cómo los animales se unían para proteger su hogar y decidieron sumarse a la causa. Pronto, niños y adultos comenzaron a organizar jornadas de limpieza en la playa. Todos aprendieron sobre el daño que causaba la basura en el medio ambiente y se comprometieron a ser más responsables con sus desechos.

La playa, una vez llena de basura y tristeza, ahora estaba limpia y radiante gracias al esfuerzo conjunto de Marina, la tortuga y todos los voluntarios.

El ecosistema volvió a florecer: las algas crecieron nuevamente, los peces nadaban felices entre las rocas y las aves revoloteaban por el cielo azul. Marina estaba feliz al ver cómo su pequeño acto de bondad había inspirado a tanta gente. La importancia de cuidar nuestro entorno había sido transmitida generación tras generación.

Desde aquel día, Marina continuó siendo una defensora incansable del océano. Y cada vez que alguien preguntaba cómo logró cambiar tanto en tan poco tiempo, ella respondía con una sonrisa:"-Todo comenzó cuando decidí ayudar a una tortuguita atrapada en la basura".

FIN.

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