Mario y el Banquete de la Amistad
Era un día soleado en el Reino Champiñón y Mario Bros estaba emocionado. Había decidido organizar una gran comida para sus amigos: Luigi, la Princesa Peach, y Toad. Con el fuego encendido en la cocina, comenzó a preparar su especialidad, ¡pasta a la marinara!"¡Esto va a ser increíble!", exclamó Mario mientras cortaba los ingredientes.
Luigi llegó un poco más tarde, con una gran sonrisa y su gorra verde reluciente.
"¡Ciao, Mario! ¿Necesitás ayuda?", preguntó Luigi mirando con curiosidad la cocina.
"Claro, Luigi. Podés ayudarme a revolver la salsa", respondió Mario.
Mientras los dos hermanos cocinaban, la Princesa Peach y Toad decidieron llevar algunos postres.
"Traeremos los pasteles que más les gustan a todos", dijo la Princesa Peach mientras Toad asentía con entusiasmo.
"¡Sí! Podemos hacer cupcakes de flores y galletitas de estrellas!", agregó Toad, moviendo sus manos con felicidad.
El aroma de la pasta se propagó por toda la casa, despertando el apetito de todos. Cuando Peach y Toad llegaron con los deliciosos postres, todos estaban listos para la gran comida.
"¡Wow, cuánta comida rica hay!", comentó Toad, mirando la mesa llena de platos.
Comieron, rieron y compartieron historias. Pero de repente, mientras todos disfrutaban de la comida, se sintieron un poco confundidos.
"¿Por qué no estamos celebrando juntos, pero a la vez un poco tristes?", preguntó Luigi al notar que algunos amigos estaban distraídos.
"Tal vez es porque no hemos defendido bien la comida de nuestras aventuras", reflexionó Peach.
Entonces, Mario tuvo una idea.
"¡Vamos a compartir historias de lo que logramos juntos, de nuestras aventuras y de cómo siempre nos ayudamos unos a otros!", sugirió Mario.
Así, comenzaron a contar relatos sobre cómo se habían apoyado entre todos, desde rescatar a la Princesa hasta derrotar a Bowser. Al compartir esas historias, los amigos se sintieron más unidos y recordaron la valía de la amistad.
La comida se llenó de risas y anécdotas, y Mario propuso un juego al final.
"¿Qué les parece si hacemos un brindis por nuestra amistad?", dijo Mario levantando su vaso.
Todos levantaron sus vasos y uno por uno dijeron lo que más valoraban de cada uno.
"A la valentía de Mario", dijo Toad, levantando su vaso.
"A la inteligencia de Luigi", agregó Peach.
"¡Y a la alegría de Toad!", exclamó Luigi.
Al final de la noche, con los estómagos llenos y el corazón aún más lleno, los amigos se dieron cuenta de que lo más importante no eran solo la comida y los postres, sino la compañía que tenían.
Mario, buscando un mensaje que quedara, dijo:
"La verdadera riqueza de un banquete no está solo en lo que comemos, sino también en los amigos con los que compartimos."
Y así, disfrutaron de una noche mágica, donde la amistad se volvió el ingrediente principal, y todos volvieron a sus casas sonrientes, con bellos recuerdos de una jornada maravillosa.
FIN.