Mariposa y las Letras Mágicas



Había una vez una pequeña mariposa llamada Lila que vivía en un hermoso jardín lleno de flores de colores y árboles altos. Lila, con sus alas brillantes y su corazón curioso, tenía un sueño: ¡quería aprender a leer!

Un día, mientras volaba entre las flores, vio a su amiga la abeja, Meli, leyendo un pequeño libro con dibujos de flores.

"¡Hola, Meli! ¿Qué estás haciendo?" - preguntó Lila emocionada.

"¡Hola, Lila! Estoy leyendo sobre las flores. Cada una tiene un nombre especial y me encanta aprenderlas¡" - respondió Meli, sonriendo.

"¿Leer? ¿Es eso algo que puedo hacer yo también?" - inquirió Lila, moviendo sus alas con entusiasmo.

"¡Claro! Pero primero tenés que aprender las letras. Te puedo ayudar si querés" - dijo Meli.

Lila sintió una gran emoción. Así que decidió que sería su aprendiz. Meli le mostró las letras de una A a la Z utilizando pétalos de las flores.

"Mirá, esta es la letra A, como en 'Abeja'. Y esta es la letra B, como en 'Bailar'" - explicaba Meli.

Pero al tercer día de clases, Lila se encontró con un pequeño problema. Las letras parecían bailar y mezclarse en su cabeza.

"A veces siento que las letras son como mariposas, ¡no puedo atraparlas!" - se quejó Lila.

Meli la miró con ternura.

"No te preocupes, Lila. Aprender a leer es como aprender a volar. A veces te caes, pero siempre puedes volver a intentarlo. Vamos a jugar con las letras. Puede que eso te ayude" - propuso Meli.

A Lila le parecía una idea fantástica. Juntas, comenzaron a crear un juego donde cada letra cobraba vida. Con risas, saltos y algunos aletazos, Lila empezó a asociar las letras con sus sonidos y formas.

Una tarde, mientras practicaban, vieron que un pequeño ratón llamado Tito pasaba por el jardín con un papel arrugado.

"¡Hola, Tito! ¿Qué llevas ahí?" - preguntó Lila, curiosa.

"¡Hola, amigas! Llevo una nota que dice que hay un tesoro escondido en el bosque. Pero no sé cómo leerlo" - respondió Tito, frunciendo el ceño.

Lila, viendo la oportunidad de ayudar, se animó.

"¡Yo puedo ayudarte!" - dijo, sin pensarlo dos veces.

Meli la miró sorprendida.

"Pero Lila, no estás del todo segura aún, ¿no?" - preguntó Meli, preocupada.

"Pero tengo que intentarlo. Puede que este sea mi momento para brillar" - respondió Lila con determinación.

Así que se acercaron al ratón, que les dio la nota. Lila se concentró y lentamente empezó a sonar las letras.

"T...E...S...O...R...O" - decía con voz titubeante pero clara. Su corazón palpitaba de emoción.

"¡Tesoro!" - gritó Tito, encantado. "¿Y dice algo más?"

"El tesoro está... detrás del gran árbol" - continuó Lila, con una sonrisa llena de orgullo.

Meli aplaudió con sus alas.

"¡Bien hecho, Lila! ¡Lo lograste!" - exclamó.

Lila sonrió de oreja a oreja. Por fin había atrapado a las letras y las había hecho brillar.

Los tres amigos se dirigieron al gran árbol y empezaron a buscar. Después de unos minutos, Tito encontró una pequeña caja de madera. Al abrirla, descubrieron un montón de semillas de flores de colores.

"¡Esto es un tesoro!" - celebró Tito, saltando de alegría. "Podremos plantar más flores y hacer que el jardín sea aún más bello. ¡Gracias, Lila!"

"Gracias a vos, Tito. Aprendí que no hay que tener miedo a intentar cosas nuevas. Y que siempre se puede contar con amigos para ayudarnos" - respondió Lila.

A partir de ese día, Lila no solo aprendió a leer, sino que también entendió que la perseverancia y el apoyo de sus amigos son la clave para alcanzar los sueños. Y así, en su jardín mágico, Lila siguió explorando el maravilloso mundo de las letras, una mariposa que nunca dejó de volar.

FIN.

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