Mariposas guardianas del bosque


Había una vez, en la hermosa ciudad de Buenos Aires, cinco mariposas llamadas Luna, Sol, Estrella, Aurora y Brisa. Eran amigas desde que eran pequeñas orugas y siempre soñaban con explorar el mundo juntas.

Un día soleado, decidieron aventurarse más allá del parque donde vivían y emprender un viaje por toda la ciudad. Volaban de flor en flor, admirando los colores vibrantes de las rosas y margaritas que se encontraban a su paso.

Pero algo extraño comenzó a suceder: cada vez que pasaban cerca de los árboles, pajaritos y hojas caían al suelo. "-¡Ay! ¿Qué está pasando?" -exclamó Luna mientras esquivaba un pájaro desconcertado. "-¡No tengo idea! Esto no es normal" -contestó Sol preocupada.

Las mariposas continuaron volando por la ciudad sin entender lo que estaba ocurriendo. Hasta que llegaron a un enorme árbol en medio de la plaza principal. Allí encontraron al señor Árbol llorando desconsoladamente.

"-¿Señor Árbol, qué le pasa?" -preguntó Estrella acercándose con cuidado. El señor Árbol sollozaba mientras les explicaba lo triste que se sentía porque sus ramas estaban muy débiles y se caían constantemente junto con los pajaritos que vivían en él.

Las mariposas se miraron entre sí y supieron inmediatamente qué debían hacer para ayudar al señor Árbol. Decidieron buscar a Don Chirrión, el grillo sabio del bosque, quien seguramente tendría alguna solución.

Con determinación, volaron hasta el bosque y encontraron a Don Chirrión cantando su canción favorita. Le contaron sobre el problema del señor Árbol y le pidieron consejo. Don Chirrión escuchó atentamente y luego les explicó que el señor Árbol necesitaba agua y nutrientes para recuperarse.

Les habló de la importancia de cuidar los árboles y cómo ellos proveen comida y hogar para muchas criaturas. Las mariposas regresaron a la ciudad con una misión clara en mente: encontrar agua para el señor Árbol.

Volaban por todas partes buscando fuentes de agua, hasta que encontraron una fuente en un parque cercano. "-¡Aquí hay agua! ¡Vamos rápido!" -gritó Aurora emocionada. Las mariposas llenaron sus pequeñas patitas con agua de la fuente y volvieron al encuentro del señor Árbol.

Con mucho cuidado, rociaron las ramas del árbol con gotas de agua fresca. Poco a poco, las ramas comenzaron a fortalecerse nuevamente. Los pajaritos se sentían más seguros en su hogar y se posaban sobre ellas sin temor.

El señor Árbol sonreía de felicidad mientras sus hojas verdes volvían a ondear al viento. Las mariposas se despidieron del señor Árbol sabiendo que habían hecho algo importante por él y por todos los seres vivos que dependen de los árboles para sobrevivir.

Continuaron su aventura por la ciudad, esta vez dejando una estela de alegría y aprendizaje en cada lugar que visitaban. Y así, las mariposas Luna, Sol, Estrella, Aurora y Brisa demostraron que incluso siendo pequeñas pueden hacer grandes cambios.

Aprendieron sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y cómo cada uno puede contribuir a preservar la naturaleza.

Desde aquel día, los pajaritos ya no caían del cielo y las hojas de los árboles permanecían firmes en su lugar. La ciudad se llenó de colores y sonrisas gracias al esfuerzo de cinco valientes mariposas dispuestas a cambiar el mundo.

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