Marisa, la mensajera del bosque
Había una vez en un hermoso bosque, una cotorra llamada Marisa. Marisa era diferente a las demás cotorras, ya que tenía un problema en sus alas que no le permitía volar.
A pesar de eso, Marisa era muy feliz y disfrutaba mucho charlar con todos los animales del bosque. Un día, mientras Marisa estaba charlando con Lucas el conejo, escuchó a lo lejos un ruido extraño que venía del otro lado del bosque.
Curiosa como siempre, decidió ir a investigar qué era ese misterioso sonido. Al llegar al lugar de donde provenía el ruido, se encontró con una trampa para atrapar animales.
En ella estaba atrapado Martín, un zorrito muy asustado que no podía salir por sí mismo. Sin pensarlo dos veces, Marisa comenzó a gritar pidiendo ayuda a todo pulmón. -¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Por favor vengan rápido! -gritaba Marisa desesperada. En ese momento apareció Tomás, el oso más fuerte y valiente del bosque.
Con un solo golpe logró romper la trampa y liberar a Martín. -¡Gracias por salvarme! -dijo Martín entre sollozos de alegría. -No hay de qué, para eso estamos los amigos -respondió Tomás con una sonrisa en su rostro.
Marisa se sintió muy feliz de haber podido ayudar a su amigo Martín y aprendió que aunque ella no pudiera volar, tenía otras cualidades maravillosas como su gran capacidad para comunicarse y pedir ayuda cuando alguien la necesitaba.
A partir de ese día, Marisa se convirtió en la mensajera oficial del bosque. Todos los animales acudían a ella cuando necesitaban transmitir algún mensaje importante o pedir ayuda en caso de emergencia.
A pesar de no poder volar físicamente, Marisa volaba alto con sus palabras llenas de amor y solidaridad. Con el tiempo, los animales del bosque aprendieron a valorar las habilidades únicas de Marisa y nunca más la subestimaron por no poder volar como las demás cotorras.
Comprendieron que la verdadera magia no está en las alas que te llevan alto en el cielo, sino en el corazón generoso que te impulsa a ayudar al prójimo sin importar tus limitaciones físicas.
Y así fue como Marisa demostró al mundo entero que ser diferente es maravilloso y que cada uno tiene algo especial para ofrecer al mundo si se lo propone con amor y determinación.
FIN.