Marisa y el Sr Nervio
Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires. Marisa, una niña curiosa de tres años, estaba jugando en el parque con su mejor amigo, el Sr. Nervio, un pequeño conejo de peluche que tenía una personalidad muy especial: siempre estaba nervioso y lleno de energía.
"¡Hola, Marisa!" - gritó el Sr. Nervio, moviendo sus patas rápidamente.
"¡Hola, Sr. Nervio! ¿Qué vamos a hacer hoy?" - preguntó Marisa con una sonrisa.
"¡No sé! ¡Pero tengo que encontrar algo divertido rápido!" - respondió él, saltando de un lado a otro.
Marisa observó a su amigo y pensó que podría ayudarlo a calmarse.
"¿Te gustaría contarme un cuento mientras caminamos por el parque?" - sugirió.
"Hmmm, sí, eso suena seguro…" - dijo el Sr. Nervio, un poco más tranquilo.
Mientras Marisa comenzó a contar una historia sobre un valiente caballero, el Sr. Nervio se sentó a su lado. Pero de repente, un perro muy juguetón se acercó a ellos, moviendo la cola apasionadamente.
"¡Ay, no! Un perro!" - chilló el Sr. Nervio, saltando fuertemente en su lugar.
"No te preocupes, es solo un perrito que quiere jugar. Vamos a hacer como si estamos en una aventura. ¿Qué dirías si nos convertimos en exploradores en la selva?" - sugirió Marisa, tratando de desviar su atención.
El Sr. Nervio se detuvo por un momento, miró a su alrededor y dijo:
"¡Está bien! ¡Soy un valiente explorador!"
Y así comenzaron su aventura en la selva, llenos de imaginación. Mientras caminaban, Marisa le mostró al Sr. Nervio cómo observar las hojas de los árboles y los pequeños insectos que se movían por el suelo.
"Mirá, aquí hay una hormiga. Ella trabaja muy duro. Si pudieras ser como ella, tal vez no estarías tan nervioso. ¿Te gustaría intentar?" - preguntó Marisa.
"¿Como una hormiga? Mmm… no sé…" - dudó el Sr. Nervio.
"Claro! Las hormigas son valientes y van todas juntas. Siempre ayudan a sus amigos. Podemos ser como ellas, juntos."
Así que continuaron. Luego, llegaron a un árbol grande donde encontraron un nido de pájaros. El Sr. Nervio parecía un poco más relajado.
"¿Sabés que también debemos ser pacientes? Eso es lo que hacen los pájaros, esperan a que sus bebés crezcan. ¡Pensemos en algo que queremos lograr!" - dijo Marisa.
El Sr. Nervio se rascó la cabeza.
"Quiero poder dejar de ser tan nervioso. Pero no sé cómo."
Marisa pensó por un momento.
"¿Sabés? Podemos practicar respirando hondo. Cada vez que sientas nervios, puedes contar hasta cinco y respirar. ¿Te gustaría probarlo?"
"¡Sí! ¡Vamos a hacerlo juntos!" - dijo el conejo, decidido.
Después de varios intentos de respirar, el Sr. Nervio comenzó a sentirse un poco más tranquilo. Mientras jugaban, comenzaron a inventar juegos de respiración.
"Cuando cantemos, debemos respirar hondo como los pajaritos. ¡Hagámoslo!" - propuso Marisa.
Y así, inventaron una canción muy especial sobre cómo ser valientes y amistosos.
Cuando el sol comenzó a ocultarse, Marisa y el Sr. Nervio regresaron a su hogar.
"Hoy fue un día épico, Marisa! Aprendí que puedo ser fuerte y valiente con tu ayuda!" - dijo el Sr. Nervio emocionado.
"Y yo aprendí que juntos somos más fuertes, que podemos ayudarnos mutuamente. ¡Así es la amistad!" - contestó Marisa.
Desde ese día, el Sr. Nervio cada vez que se sentía nervioso se acordaba de respirar hondo. Y Marisa siempre estaba a su lado, lista para explorar nuevas aventuras y aprender juntos.
Así, la pequeña niña y su amigo nervioso descubrieron que la amistad los hacía invencibles.
FIN.