Marita y el Tesoro de los Amigos
Había una vez en un barrio muy colorido, una niña llamada Marita. Era conocida por su energía inagotable y su risa contagiosa, pero había algo que a Marita le costaba mucho: compartir. Marita tenía una caja llena de juguetes, y cada vez que sus amigos venían a jugar, siempre decía:
"¡Este es mi juguete favorito! No lo quiero prestar."
Un día, mientras Marita estaba jugando sola en su jardín con su camión de juguete, vio a sus amigos, Sofía y Tomás, jugando en el parque cercano con una pelota gigante.
"¡Hola, Marita! Vení a jugar con nosotros, ¡la pelota es increíble!" - le gritaron.
Marita, sintiéndose un poco celosa porque ellos se divertían, refunfuñó:
"No quiero jugar. Prefiero quedarme con mi camión."
Después de un rato, se sintió sola viéndolos reír y divertirse. Su camión ya no le parecía tan divertido. Entonces, decidió acercarse al parque. Pero cuando llegó, vio que la pelota se había pinchado y sus amigos estaban decepcionados.
"¡Oh no!" - exclamó Sofía. "Era una pelota genial. No sé qué vamos a hacer ahora."
Marita recordó que en su caja de juguetes tenía un montón de cosas divertidas. Sin pensarlo, corrió a su casa y volvió con su caja de juguetes.
"¡Chicos, miren lo que tengo!" - dijo, abriendo la caja con entusiasmo.
FIN.