Mariza la Chancha y el Bosque de los Sueños
Había una vez, en una granja rodeada de verdes praderas y un cielo interminable, una chancha llamada Mariza. A diferencia de las demás cerdas de la granja, Mariza era muy curiosa y soñadora. Siempre miraba a los pájaros volar y deseaba poder hacer lo mismo, pero sabía que, siendo una chancha, eso era imposible.
Un día, mientras exploraba la granja, Mariza encontró un viejo libro polvoriento en la desván. El libro era un cuento sobre un lugar mágico llamado el Bosque de los Sueños, donde cualquier ser podía encontrar un camino hacia sus sueños más profundos. Fascinada, Mariza decidió que tenía que ir a ese bosque.
-Pero, Mariza, ¿cómo vas a llegar tan lejos? - le preguntó su amiga, Clara la gallina, preocupada.
-No lo sé, Clara, pero tengo que intentarlo. ¿No te gustaría volar algún día? - respondió Mariza, con los ojos llenos de ilusión.
-Claro, pero es muy difícil. - dijo Clara, rascándose la cabeza.
-Con posible, ¡una chancha puede soñar! - exclamó Mariza, determinada.
Esa noche, Mariza decidió partir hacia el Bosque de los Sueños. Se despidió de sus amigos y se adentró en la oscuridad, iluminada solo por la luz de la luna. En su camino, se encontró con un zorro llamado Néstor.
-¿Adónde vas, chancha? - le preguntó Néstor, intrigado.
-Voy al Bosque de los Sueños. Quiero volar como un pájaro. - contestó Mariza con una sonrisa.
-Eso suena complicado, pero si realmente lo deseas, puedo ayudarte. ¿Quieres que te lleve? - ofreció Néstor.
Mariza, con un atisbo de duda pero llena de valentía, aceptó la ayuda del zorro. Néstor la guió por un sendero que parecía nunca terminar. Después de horas de caminata, llegaron a la entrada del Bosque de los Sueños.
-¡Mirá qué hermoso! - exclamó Mariza, al ver árboles de colores vibrantes y criaturas mágicas que llenaban el ambiente.
Dentro del bosque, conocieron a una sabia tortuga llamada Sofía.
- ¿Qué buscan en mi bosque? - preguntó Sofía lentamente.
Mariza explicó su sueño de volar y cómo había llegado allí con la ayuda de Néstor. Sofía sonrió y dijo:
- Todos tienen un sueño, Mariza, pero debes estar dispuesta a trabajar por él. ¿Qué crees que necesitas para volar?
- ¡Un par de alas! - respondió Mariza, emocionada.
- No exactamente. Necesitas fe en ti misma y la voluntad de aprender. - dijo Sofía, mientras señalaba un espiral de madera que se elevaba hacia el cielo en el corazón del bosque.
Mariza se acercó al espiral y, con cada paso hacia arriba, comenzó a visualizar su sueño.
-Piensa en cómo te sentirías volando, en la brisa en tu piel. - guió Néstor.
Mientras subía y repetía esas palabras, Mariza comenzó a sentir una extraña energía dentro de ella. Al llegar a la cima, se dio cuenta de que, en lugar de alas, tenía algo más: un profundo sentido de confianza y un nuevo objetivo en su corazón.
-¿Ahora qué? - preguntó Mariza, buscando respuestas en la mirada de Sofía.
- Ahora debes dar el salto de fe. - contestó la tortuga.
Mariza dudó, mirando hacia abajo.
-¿Estás segura? - preguntó Néstor, con cierta preocupación.
-Sí, ¡no puedo dejar que el miedo me detenga! - exclamó Mariza, con el corazón latiendo fuerte. Con un grito de alegría, dio un salto hacia el horizonte. En lugar de caer, comenzó a girar y a planear de una forma inimaginable. Se sentía ligera como una pluma.
Mariza había descubierto que, en lugar de alas, su confianza la había hecho volar. Después de un tiempo, aterrizó suavemente en un prado, donde sus amigos la esperaban, estupefactos.
- ¡Mariza! ¡Has volado! - gritaron todos juntos.
- No tenía alas, pero seguí mis sueños con valentía. - explicó ella, sonriendo.
Desde ese día, Mariza compartió su experiencia y enseñó a sus amigos que los sueños pueden cumplirse si se tiene la voluntad de seguir adelante. La granja se llenó de risas y pensamientos positivos, y todos aprendieron que a veces, lo más importante no es tener alas, sino creer en uno mismo y luchar por lo que se quiere.
Y así, Mariza la chancha se convirtió en un símbolo de perseverancia y valentía, y nunca se olvidó de aquel emocionante viaje al Bosque de los Sueños. Juntos, los animales vivieron felices, recordando siempre que todos podemos alcanzar nuestras metas si seguimos adelante con confianza y amistad.
Fin.
FIN.