Marlene y el Sueño de los Unicornios
En un rincón del mundo donde la pradera se extendía como un mar verde, vivía una niña llamada Marlene. Cada mañana, al despertar, sus ojos brillaban con la luz del sol que iluminaba las flores de mil colores en su hogar.
Marlene tenía un sueño. Desde que era muy pequeña, su corazón se llenaba de alegría al soñar con unicornios que galopaban libres por la pradera. Imaginaba sus crines brillantes como arcoíris y sus cuernos relucientes.
Un día, mientras jugaba en el campo, Marlene tropezó con un objeto brillante en el suelo. Era un pequeño amuleto en forma de estrella.
"¡Mirá lo que encontré!" - exclamó emocionada, mostrándoselo a su amiga Lila.
"Eso es increíble, Marlene. ¿Qué creés que significa?" - preguntó Lila, curiosa.
Marlene pensó un momento y dijo:
"Quizás sea la clave para encontrar un unicornio. ¡Vamos a buscarlo!"
Las dos amigas comenzaron su búsqueda, recorriendo cada rincón de su hermosa pradera. Mientras caminaban, comenzaron a hablar sobre la importancia de cuidar su hogar y la naturaleza.
"Si encontramos un unicornio, debemos mostrarle qué tan cuidada está nuestra pradera," - comentó Lila.
"Sí, los unicornios son seres mágicos que aman la naturaleza. Cuidarla es muy importante para que sigan existiendo en nuestros sueños y en la realidad" - respondió Marlene.
Después de mucho buscar, llegaron a un claro rodeado de flores brillantes. En el centro, encontraron una hermosa fuente de agua cristalina.
"Esto es perfecto. Vamos a sentarnos aquí un rato y descansar" - sugirió Lila.
Mientras se sentaban, escucharon un suave tintineo, como si las estrellas estuvieran tratando de hablar con ellas. De repente, una luz chispeante apareció ante sus ojos.
"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó una voz dulce.
"¡Yo soy Marlene y esta es mi amiga Lila! Soñamos con unicornios" - respondió Marlene, atónita.
"Yo soy Luma, la guardiana de este lugar. He estado observando su cariño por la pradera. Solo quienes respetan la naturaleza pueden ver a los unicornios" - dijo la voz.
"¿Hay unicornios aquí?" - preguntó Lila, sus ojos brillando de emoción.
"Quizás… Pero primero deberán aprender una lección sobre la esperanza y el cuidado de la tierra.”
Luma hizo un gesto y ante ellas apareció un hermoso unicornio. Su pelaje brillaba con los colores del arcoíris y sus ojos eran profundos como el océano.
"Soy Arco, el unicornio de la pradera. Para que yo y mis amigos podamos vivir felices, necesitamos su ayuda" - dijo el unicornio.
"¿Qué podemos hacer?" - preguntó Marlene.
"Ustedes pueden cuidar de su hogar, plantar más flores, proteger a los animalitos y hablar con sus amigos sobre la importancia de la naturaleza" - explicó Arco.
Las niñas asintieron, entendiendo que su tarea era compartir el mensaje con quienes las rodeaban.
"¡Lo haremos!" - exclamó Lila.
"Sí, queremos que los unicornios sigan viniendo y que la pradera siga siendo hermosa" - agregó Marlene.
"Recuerden, cada pequeña acción cuenta. La magia está en el amor y cuidado que le den a su hogar" - concluyó Luma.
Marlene y Lila pasaron el resto del día haciendo amigos entre las flores y hablando sobre el cuidado del medio ambiente. Prometieron plantar nuevos árboles y flores en la pradera, así como organizar limpiezas para que todos se unieran por la naturaleza.
Desde aquel día, Marlene y Lila se convirtieron en las defensoras de la pradera. Cada vez que cuidaban su hogar, un brillo especial iluminaba el cielo, y los unicornios seguían apareciendo en sus sueños.
Así, la pradera floreció con más vida, y su magia nunca se desvaneció, gracias al amor y la dedicación de dos amigas que soñaban con unicornios.
FIN.