Marmota y la valentía en el bosque


Había una vez en el bosque de la Patagonia, una marmota llamada Marmota y su mamá. Ellas vivían juntas en una acogedora madriguera al pie de una gran montaña.

Marmota era muy curiosa y siempre quería explorar más allá de lo que su mamá consideraba seguro. Un día, mientras jugaban cerca del arroyo, Marmota vio a lo lejos un campo lleno de flores de todos los colores.

Se emocionó tanto que corrió hacia él sin pensar en las advertencias de su mamá sobre no alejarse demasiado. Al llegar al campo, se dio cuenta de que estaba rodeada por altos pastizales y no podía ver el camino de regreso.

- ¡Mamá, mamá! ¡Estoy perdida! -gritó Marmota con lágrimas en los ojos. Su mamá, preocupada pero manteniendo la calma, le respondió: "Tranquila, hija. Sigue mi voz y camina en línea recta hacia mí".

Marmota siguió las indicaciones de su madre y finalmente logró encontrarla entre los pastizales altos. - ¡Gracias, mamá! Prometo nunca más alejarme tanto sin tu permiso -dijo Marmota abrazando a su madre con fuerza. Desde ese día, Marmota aprendió la importancia de escuchar a su mamá y seguir sus consejos para mantenerse segura.

Juntas exploraron nuevos lugares en el bosque, pero siempre recordando volver a casa antes del atardecer. Un día, mientras recogían bayas silvestres para preparar una deliciosa cena, escucharon un ruido extraño proveniente del otro lado del río.

Curiosas como eran ambas decidieron cruzarlo para investigar. Al llegar al otro lado descubrieron a un pichón de cóndor atrapado entre las ramas de un árbol alto. - ¿Qué haremos ahora? -preguntó Marmota preocupada por el ave indefensa.

Sin dudarlo un segundo, la mamá marmota buscó unas ramas resistentes y construyó una escalera improvisada para ayudar al pichón a bajar del árbol. Con paciencia y cuidado lograron rescatarlo sano y salvo.

El pichón les agradeció conmovido por su valentía y generosidad: "¡Gracias por salvarme! Nunca olvidaré este acto tan noble". Marmota y su mamá regresaron a casa con el corazón lleno de alegría por haber ayudado a alguien en apuros.

Desde entonces se convirtieron en héroes locales dentro del bosque, inspirando a otros animales a ser amables y solidarios unos con otros. Y así fue como Marmota aprendió importantes lecciones sobre prudencia, escucha activa y empatía gracias al amoroso ejemplo de su valiente madre.

Juntas demostraron que trabajar en equipo y cuidarse mutuamente es fundamental para crear un mundo mejor donde reine la paz y la armonía entre todos los seres vivos del bosque patagónico.

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