Marta y el Bosque Encantado
Era un hermoso día de primavera cuando Marta, una niña curiosa y valiente, decidió aventurarse en el bosque que estaba detrás de su casa. Siempre había escuchado historias sobre un bosque encantado lleno de criaturas mágicas, pero nunca había tenido el valor de explorarlo.
Como se sentía audaz y decidida, tomó una mochila llena de cosas esenciales: una linterna, su cuaderno de dibujos y algunas galletitas que su mamá le había preparado.
"¡Hoy será un gran día!" - exclamó Marta con una sonrisa mientras se adentraba en el bosque.
El canto de los pájaros la acompañaba y el aroma de las flores llenaba el aire. Sin embargo, a medida que iba más adentro, el ambiente se volvía un poco más oscuro y misterioso.
De repente, escuchó un susurro. Marta se detuvo en seco.
"¿Quién anda por aquí?" - preguntó, un poco asustada pero aun así muy curiosa.
A su lado apareció un pequeño conejo, con un chaleco de color azul.
"Soy el Conejo Bufón y soy el guardián de este bosque. ¿Qué haces aquí, valiente niña?" - dijo el conejo con una voz suave.
"Vine a explorar y descubrir los secretos del bosque encantado" - respondió Marta con determinación.
El Conejo Bufón sonrió.
"Bien, puedes seguirme, pero antes tienes que responder a una pregunta: ¿Qué es lo más valioso que has aprendido en tu vida?"
Marta reflexionó por un momento.
"He aprendido a ser valiente y a nunca rendirme, incluso cuando las cosas se ponen difíciles" - dijo con convicción.
"Esa es una gran respuesta, Marta. Ven, tengo algo que mostrarte" - dijo el conejo y comenzó a guiarla por un sendero lleno de flores brillantes.
Tras unos minutos de camino, llegaban a un claro donde había un árbol enorme con hojas de colores vivos y una puerta tallada en su tronco.
"Este es el Árbol de los Deseos. Puedes pedir un deseo, pero recuerda, debe ser algo que beneficie a los demás" - explicó el Conejo Bufón.
Marta miró el árbol, pensativa.
"¿Y qué pasaría si pido un deseo que solo me beneficia a mí?" - preguntó.
"Los deseos egoístas suelen provocar resultados inesperados o incluso desastrosos. Pero un deseo desinteresado puede traer alegría a muchos" - respondió el conejo, mientras sus bigotes se movían de manera juguetona.
Marta comprendió la importancia de pensar en los demás. Cerró los ojos y pidió:
"Deseo que todos los animales del bosque sean felices y tengan suficiente comida para comer".
De inmediato, el Árbol de los Deseos empezó a brillar y emanó una luz cálida. El Conejo sonrió ampliamente.
"Tu deseo se ha hecho real, Marta. Has demostrado gran bondad" - dijo el conejo.
De repente, varios animales del bosque comenzaron a salir de entre los árboles: ciervos, ardillas, pájaros, todos se reunieron a su alrededor, felices y agradecidos.
"¡Gracias, Marta!" - gritó una ardilla.
"Eres una amiga de este bosque" - añadió un ciervo con orgullo.
Marta sonrió, sintiéndose llena de alegría. Pero, ya era hora de regresar a casa.
"Gracias, Conejo Bufón. Nunca olvidaré esta aventura y la importante lección que aprendí" - dijo mientras se comenzaba a alejar.
"Recuerda siempre mirar más allá de ti misma, Marta. La verdadera magia se encuentra en ayudar a los demás" - dijo el conejo, despidiéndose con la mano.
Marta salió del bosque con el corazón lleno de felicidad. Esa experiencia no solo le enseñó sobre el valor de la bondad, sino que también la inspiró a seguir explorando y aprendiendo sobre el mundo a su alrededor. Desde ese día, cada vez que veía a alguien en apuros, recordaba el bosque encantado y la importancia de ser valiente y bondadosa.
Y así, Marta se convirtió en una heroína en su propio mundo, lista para enfrentar cualquier aventura con una sonrisa y un corazón generoso.
FIN.