Martín, el niño astronauta de Villa Estrellas
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Estrellas, un niño muy inteligente llamado Martín. Desde que era muy chiquito, Martín miraba las estrellas todas las noches y soñaba con volar por el espacio como un verdadero astronauta.
Un día, la maestra de Martín les preguntó a sus alumnos qué querían ser cuando fueran grandes.
Muchos dijeron que querían ser médicos, abogados o bomberos, pero Martín levantó la mano emocionado y dijo: "¡Yo quiero ser astronauta y explorar el universo!"La maestra sonrió y le dijo a Martín que ese era un sueño maravilloso, pero también le explicó que para convertirse en astronauta tenía que estudiar mucho y esforzarse al máximo en la escuela.
Desde ese día, Martín se propuso dedicarse con todo su corazón a cumplir su sueño. Martín pasaba horas leyendo libros sobre el espacio, construyendo cohetes de cartón y observando las estrellas con su telescopio.
Todos en Villa Estrellas lo admiraban por su determinación y pasión por la astronomía. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Martín vio un cartel que anunciaba una competencia de ciencias organizada por la NASA.
El premio era una beca para estudiar en la prestigiosa Academia Espacial Internacional. Martín no dudó ni un segundo y decidió inscribirse en la competencia. Pasó días enteros preparándose, investigando y trabajando duro en su proyecto científico.
Finalmente llegó el gran día de la competencia y Martín estaba nervioso pero emocionado. Al presentar su proyecto ante los jueces, Martín habló con tanta pasión y conocimiento que logró cautivar sus corazones.
Los jueces quedaron impresionados por la dedicación y creatividad de Martín, otorgándole así el primer lugar de la competencia. "-¡Felicidades, Martín! Eres un verdadero genio", exclamó uno de los jueces mientras le entregaba el diploma de ganador. Martín estaba tan feliz que no podía contener su emoción.
Sabía que este era solo el comienzo de su camino hacia las estrellas. Con la beca en mano, se despidió de Villa Estrellas prometiendo volver algún día como un verdadero astronauta.
Y así fue como Martín viajó a la Academia Espacial Internacional donde siguió formándose para cumplir su sueño. Siempre recordaba sus raíces humildes en Villa Estrellas y nunca dejaba de mirar al cielo con esa chispa de aventura en los ojos. Y colorin colorado, este cuento ha terminado. Porque aunque sea pequeñito, con esfuerzo se hace infinito.
FIN.