Martín, el niño bailarín
Martín era un niño muy inquieto y curioso que a sus cortos dos años de vida ya había descubierto su pasión por la danza, el fútbol y andar en bicicleta.
Siempre con una sonrisa en el rostro, disfrutaba pasar tiempo con sus padres, Bryan y Karen, así como con sus abuelitos, papá Cris y Mami Sofía. Un día, Martín decidió que quería combinar sus tres pasiones y les pidió a sus papás que lo inscribieran en una clase de baile.
Al principio, sus padres dudaron un poco, pero al ver la determinación y alegría en los ojos de Martín, decidieron apoyarlo en su deseo. "¡Martín, qué buena idea! Seguro te divertirás mucho en las clases de baile," exclamó su mamá.
"Sí, y podrás mostrar tus pasos de fútbol en el escenario," agregó su papá. Martín estaba emocionado. Asistir a las clases de baile le permitía conocer a nuevos amiguitos, aprender movimientos divertidos y desarrollar su coordinación.
También descubrió que la danza requería disciplina y esfuerzo. Aunque al principio le costaba un poco, con la ayuda de sus papás, practicaba en casa y pronto lograba hacer los pasos con mayor facilidad.
Por otro lado, no dejaba de lado su amor por el fútbol. Siempre que podía, jugaba con sus papás en el parque y practicaba sus tiros al arco. La bicicleta también era una de sus actividades favoritas. Junto a su papá, recorría el vecindario en su bicicleta de rueditas.
Cada día que pasaba, Martín se convertía en un niño más seguro, ágil y feliz. Finalmente, llegó el día de la presentación de fin de curso en la clase de baile.
Martín estaba nervioso, pero con el apoyo de su familia, salió al escenario con una sonrisa. Al sonar la música, comenzó a bailar con gracia y alegría, deslumbrando a todos. Al terminar, sus papás, abuelitos y todos los presentes lo ovacionaron.
Martín comprendió que con esfuerzo y apoyo de su familia podía lograr cualquier cosa que se propusiera. Desde entonces, continuó con sus clases de baile, fútbol y paseos en bicicleta, siempre con el amoroso respaldo de su familia.
FIN.