Martín, el niño interior de Mateo



Había una vez un niño llamado Mateo que le encantaba jugar a ser otro.

Cada tarde, después de la escuela, se ponía su capa roja y su espada de cartón y salía al jardín de su casa para vivir mil aventuras como un valiente caballero. Un día, mientras jugaba a ser un pirata intrépido en busca de un tesoro escondido, algo extraño sucedió. De repente, Mateo sintió una energía diferente recorrer su cuerpo.

Se miró en el espejo que tenía en el patio y vio reflejado a un niño idéntico a él, pero con ojos llenos de chispa y una sonrisa traviesa. - ¡Hola! -dijo el niño misterioso-.

Soy Martín, ¡el niño que está adentro tuyo cuando juegas a ser otro! Mateo no podía creer lo que veía. ¿Cómo era posible que existiera otro niño dentro de él? Sin embargo, en lugar de asustarse, decidió hablar con Martín y descubrir qué quería decir con eso.

- ¿Qué haces aquí? -preguntó Mateo intrigado. - Estoy aquí para recordarte quién eres realmente -respondió Martín-.

Cuando te sumerges en tus juegos y te olvidas por un momento del mundo real, soy yo quien toma las riendas y te muestra todo tu potencial. Mateo escuchaba atentamente las palabras de Martín. Poco a poco fue comprendiendo que ese niño interior representaba su creatividad, valentía y alegría más puras.

Juntos comenzaron a explorar nuevas aventuras imaginarias: viajaron al espacio exterior en una nave construida con mantas y sillas; lucharon contra dragones feroces en lo más profundo del bosque; e incluso ayudaron a rescatar princesas atrapadas en torres altísimas.

Con cada juego nuevo, Mateo se sentía más seguro de sí mismo. Había descubierto que no necesitaba buscar fuera lo que ya llevaba dentro: la magia de la infancia nunca se había ido, solo estaba esperando ser liberada otra vez.

Un día, mientras jugaban a ser exploradores intrépidos en busca del tesoro perdido del abuelo del vecino, Martín desapareció sin previo aviso.

Mateo sintió un vacío en su pecho al principio; sin embargo, luego entendió que siempre llevaría consigo la chispa de aquel niño aventurero que lo ayudó a redescubrirse. Desde entonces, Mateo siguió jugando cada tarde en el jardín pero esta vez sabiendo que nunca estaría solo: el niño interior siempre estaría allí para recordarle la importancia de soñar y creer en sí mismo.

Y colorín colorado este cuento ha terminado... ¡por ahora!

FIN.

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