Martin, el príncipe azul que buscaba su princesa



Había una vez en un reino lejano, un príncipe llamado Martín. Era conocido como el príncipe azul, no solo por su apuesto aspecto, sino también por su noble corazón. Todos en el reino desearían que Martín encontrara a su princesa y, así, juntos trajeran paz y alegría a su hogar. Sin embargo, Martín tenía un pequeño problema: no sabía cómo encontrar a la princesa de sus sueños.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al castillo, escuchó a una dulce voz cantando. Intrigado, siguió el sonido hasta dar con una pequeña cabaña. Al asomarse, vio a una joven de cabello dorado y una sonrisa brillante.

- “Hola, yo soy Martín, el príncipe azul”, dijo tímidamente, sintiendo que su corazón latía fuerte.

La joven, sorprendida, respondió: - “Hola, yo soy Sofía. Encantada de conocerte.”

Martín no podía creerlo: ¡había encontrado a una chica maravillosa! Pero antes de que pudiera preguntar algo más, Sofía continuó: - “Tengo que irme a ayudar a mi familia, ¿te gustaría acompañarme? ”

Martín, lleno de entusiasmo, aceptó. Así, ambos comenzaron a caminar por el bosque. Durante el camino, Sofía le mostró algunas flores mágicas que crecían solo en esa área.

- “¿Sabías que hay un jardín secreto en nuestro reino lleno de flores como estas? ” preguntó Sofía.

- “No, pero suena increíble. ¿Te gustaría que fuéramos juntos a encontrarlo? ” sugirió Martín.

- “¡Sí! Pero hay un problema…” empezó Sofía, un poco preocupada. “Se dice que hay un dragón que guarda ese jardín”.

Martín, decidido a demostrar su valentía, dijo: - “No te preocupes. Juntos podemos enfrentar cualquier cosa.”

Así, se dirigieron al jardín. Mientras se acercaban a la entrada, escucharon un rugido fuerte y profundo. El dragón, enorme y escamoso, estaba allí, protegiendo las flores como su más preciado tesoro.

- “¡Alto! ¿Quién se atreve a entrar en mi jardín? ” vociferó el dragón con voz retumbante.

Martín, aunque un poco asustado, se adelantó: - “Soy Martín, el príncipe azul, y esta es Sofía. Venimos en paz y buscamos ver las flores de tu jardín.”

El dragón, con una mirada feroz, respondió: - “¿Y qué me ofrecen a cambio? ”

Inmediatamente, Sofía tuvo una idea. - “Podemos ayudarte a cuidar el jardín. Así, no estarás solo y siempre tendrá alguien que le preste atención. Además, podemos invitar a niños del reino para aprender sobre tus hermosas flores”.

El dragón, intrigado por la propuesta, reflexionó por un momento. - “¿De verdad les gustaría ayudarme? ”

- “Sí,” respondió Martín con seguridad. “Así todos aprenderemos juntos.”

El dragón, al ver la sinceridad en sus ojos, sonrió. - “Está bien, pero deben prometerme que no lastimarán mis flores.”

- “Lo prometemos,” dijeron al unísono Martín y Sofía.

Y así, comenzaron a trabajar junto al dragón. Cada tarde, Martín y Sofía cuidaban las flores, aprendían sobre ellas y organizaban visitas al jardín. Los niños del reino venían a escuchar las historias del dragón y a ayudarles. El jardín pronto se convirtió en un lugar especial donde todos podían aprender y jugar.

El dragón, que al principio era temido, se convirtió en un gran amigo de todos, y Martín descubrió que la verdadera valentía no estaba en enfrentar al dragón, sino en comprenderlo y trabajar juntos.

Un día, mientras todos disfrutaban de las flores, Martín se dio cuenta de que había encontrado algo más que una princesa: había encontrado una amiga. - “Sofía, gracias por mostrarme lo que realmente importa”, dijo Martín con gratitud.

- “Gracias a vos, Martín. Juntos somos más fuertes”, respondió Sofía con una sonrisa.

Y así, Martín, el príncipe azul, aprendió que a veces, la verdadera búsqueda no es solo por amor, sino por amistad, entendimiento y trabajo en equipo. Juntos, hicieron del mundo un lugar más bonito y feliz.

Cuando volvían al castillo, no era solo Martín el príncipe azul, sino un príncipe lleno de amor y respeto por todos. Y cuando contaban su historia, ya no era solo la búsqueda de la princesa, sino un hermoso relato sobre un dragón, un jardín mágico y la verdadera amistad que une a las personas.

Y colorín colorado, esta amistad nunca ha terminado.

FIN.

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