Martín, el valiente del aula


Había una vez un niño llamado Martín que estaba muy emocionado porque al día siguiente sería su primer día de clases en la escuela.

Desde temprano, comenzó a preparar todo lo que necesitaría: su mochila, sus útiles escolares y su uniforme impecable. Martín se acostó esa noche con una mezcla de nervios y emoción. No podía conciliar el sueño pensando en todo lo nuevo que viviría al otro día.

Finalmente, el sueño lo venció y se quedó dormido. Al despertarse por la mañana, Martín se levantó con energía y entusiasmo. Se vistió rápidamente con su uniforme y bajó a desayunar junto a su familia. Todos estaban felices de acompañarlo en este importante día.

-¡Buenos días, Martín! ¿Cómo te sientes hoy? -preguntó mamá mientras le servía un vaso de leche. -Muy emocionado, mamá. ¡No veo la hora de ir a la escuela! -respondió Martín con una sonrisa radiante.

Después de desayunar, Martín tomó su mochila y salió rumbo a la escuela junto a papá. Al llegar, se encontró con otros niños que también estaban ansiosos por empezar las clases. La maestra los recibió cálidamente y los invitó a entrar al aula.

Durante la mañana, Martín participó en las actividades junto a sus compañeros y se sintió muy feliz de estar allí.

Sin embargo, cuando llegó el recreo, algo inesperado ocurrió: un grupo de niños mayores se acercaron burlándose de él por ser nuevo. -¿Quién es este chiquito tan chiquito? -se rió uno de los niños mayores. Martín sintió cómo el corazón le latía fuerte y las lágrimas asomaban en sus ojos.

Pero en ese momento recordó algo importante que su abuelita solía decirle: "Ante las dificultades, sé valiente y mantén tu cabeza en alto". Entonces, Martín respiró profundo y mirando fijamente a los niños mayores les respondió:-Soy Martín, un niño valiente que está feliz de estar aquí aprendiendo cosas nuevas.

Y si ustedes quieren conocerme mejor, podemos jugar juntos en el recreo. Los niños mayores quedaron sorprendidos por la respuesta segura de Martín e inmediatamente cambiaron sus risas burlonas por sonrisas amigables.

Desde ese momento, todos jugaron juntos sin importar la edad o el tiempo en la escuela. Al finalizar el día escolar, Martín regresó a casa contento por haber superado ese desafío con valentía y amabilidad.

Les contó a sus padres sobre lo ocurrido y cómo logró convertir una situación difícil en una oportunidad para hacer nuevos amigos. Esa noche, antes de dormir, Martín reflexionaba sobre todo lo vivido durante su primer día de clases.

Estaba seguro de que cada reto sería una oportunidad para crecer y aprender algo nuevo. Y así fue como Martín descubrió que con valentía, amabilidad y confianza en sí mismo podía enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino hacia el conocimiento y la amistad en la escuela.

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