Martín y el corazón del zoológico



Había una vez un niño llamado Martín, que era autista. A pesar de tener algunas dificultades para comunicarse y relacionarse con los demás, Martín era muy inteligente y tenía un corazón lleno de bondad.

Un día, la maestra de Martín anunció que la clase haría una excursión al zoológico. Todos los niños estaban emocionados, pero Martín se mostraba un poco nervioso.

No estaba acostumbrado a salir en grupos grandes y temía no poder disfrutar del paseo como los demás. Cuando llegó el día de la excursión, Martín se encontró con sus compañeros en la puerta del colegio. Había risas y gritos de emoción por doquier.

Martín se mantuvo en silencio, observando a su alrededor con curiosidad. Al llegar al zoológico, los niños corrieron emocionados hacia las diferentes atracciones. Martín se quedó rezagado, sintiéndose abrumado por el bullicio y la multitud.

Fue entonces cuando Lucas, uno de sus compañeros más cercanos, se acercó a él. "¿Qué te pasa, Martín? ¿Por qué no te estás divirtiendo?" -preguntó Lucas con preocupación. Martín miró a Lucas con tristeza y le explicó que se sentía incómodo entre tanta gente y tanto ruido.

Lucas asintió comprensivamente y le propuso a Martín explorar el zoológico juntos, a su propio ritmo. Así fue como comenzaron su recorrido por el zoológico. Lucas le describía cada animal que veían, imitaba sus sonidos y compartía datos curiosos sobre ellos.

Poco a poco, Martín empezó a relajarse y a disfrutar del paseo en compañía de su amigo. De repente, mientras observaban a los monos columpiándose en los árboles, escucharon un grito desesperado.

Era Sofía, una niña de otra clase que había perdido de vista a su grupo. Estaba llorando frente al aviario sin saber qué hacer.

Lucas miró a Martín con determinación y le dijo: "¡Tenemos que ayudarla! ¡Vamos!" Sin dudarlo ni un segundo, ambos niños corrieron hacia Sofía para consolarla y llevarla de vuelta junto a sus compañeros. La maestra les felicitó por su valentía y solidaridad ante la situación.

A partir de ese momento, todos los niños vieron a Martín con otros ojos: ya no solo como el chico callado e introvertido, sino como un verdadero héroe capaz de superar sus miedos para ayudar a alguien más.

Al final del día, cuando regresaron al colegio exhaustos pero felices por la experiencia vivida, Martín recibió una sorpresa inesperada: todos sus compañeros le rodearon con cariño y le dedicaron unas palabras llenas de gratitud por haber demostrado lo importante que es ser amable y solidario con los demás.

Desde entonces, Martín siguió participando en todas las actividades escolares junto a sus amigos, sabiendo que siempre podría contar con ellos para apoyarlo en cualquier circunstancia.

Y así descubrió que la verdadera amistad va mucho más allá de las diferencias o las dificultades que podamos enfrentar en el camino.

FIN.

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