Martín y el dragón volador



En la hermosa ciudad de Guadix, vivía un niño llamado Martín. Martín era un niño muy curioso y aventurero, siempre estaba buscando nuevas formas de divertirse y explorar el mundo que lo rodeaba.

Un día, mientras paseaba por las afueras de la ciudad, Martín se encontró con una cueva misteriosa. Sin pensarlo dos veces, decidió adentrarse en ella para descubrir qué secretos guardaba en su interior.

Para su sorpresa, al llegar al final de la cueva se encontró con un huevo enorme. Martín no podía creer lo que veía. El huevo comenzó a temblar y a romperse lentamente hasta que finalmente salió de él un pequeño dragón.

El dragón miró a Martín con sus grandes ojos brillantes y emitió un rugido suave. -¡Hola! -dijo el dragón con voz amigable. Martín no podía creer que estuviera hablando con un dragón.

Estaba emocionado y asustado al mismo tiempo, pero decidió mantener la calma y entablar una conversación con su nuevo amigo. -¿Cómo te llamas? -preguntó Martín. -Soy Draco, ¿y tú? -Martín. ¿Qué haces aquí? -He estado esperando durante mucho tiempo a alguien como tú, Martín.

Necesito tu ayuda para poder volar libre por los cielos de Guadix. Martín no dudó ni un segundo en ayudar a su nuevo amigo Draco. Juntos buscaron materiales para construir unas alas especiales que les permitieran sobrevolar la ciudad sin llamar la atención de los adultos.

Después de varios días de arduo trabajo, finalmente llegó el momento tan esperado. Martín y Draco se prepararon para despegar y surcar los cielos juntos. La sensación de libertad y emoción que experimentaron fue indescriptible.

Mientras volaban sobre Guadix, pudieron ver toda la belleza de la ciudad desde las alturas: las casas blancas, las calles empedradas, e incluso pudieron divisar la catedral desde lejos. Era como si estuvieran viviendo en un sueño hecho realidad.

Pero justo cuando pensaban que todo era perfecto, algo inesperado sucedió. Un grupo de aves rapaces empezaron a atacarlos desde todas direcciones. Martín y Draco tuvieron que esquivarlas hábilmente mientras buscaban una forma segura de regresar a tierra firme.

Con valentía y astucia lograron evadir a las aves rapaces y aterrizaron sanos y salvos en el lugar donde todo comenzó: la cueva misteriosa donde nació su amistad. -¡Eso estuvo increíble! -exclamó Martín emocionado.

-Gracias por ayudarme a volar libremente por los cielos de Guadix -dijo Draco con gratitud en sus ojos brillantes. -Fue un honor ser parte de esta aventura contigo -respondió Martín sonriendo.

Desde ese día, Martín y Draco se convirtieron en inseparables amigos que seguían explorando juntos cada rincón especial de Guadix, demostrando que cuando hay valentía, amistad y trabajo en equipo ¡no hay límites para lo que se puede lograr!

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!