Martín y el planeta verde



Había una vez un valiente astronauta llamado Martín, que había soñado desde pequeño con explorar el universo. Después de años de preparación y entrenamiento, finalmente llegó el día en que despegaría hacia las estrellas en su nave espacial.

Martín se sentía emocionado y un poco nervioso mientras la nave despegaba y salía de la atmósfera terrestre. Atravesó asteroides, pasó cerca de planetas desconocidos y contempló la inmensidad del espacio exterior.

Hasta que finalmente, llegó a un planeta muy diferente a la Tierra. Al descender en aquel extraño lugar, Martín vio criaturas verdes con ojos grandes y brillantes que lo observaban con curiosidad. Eran extraterrestres amigables que lo recibieron con alegría.

Uno de ellos, llamado Zog, se acercó a él y le dijo:- ¡Bienvenido a nuestro planeta! Nos alegra mucho conocerte, viajero del espacio. Martín estaba maravillado por aquella recepción tan cálida e inesperada.

Los extraterrestres lo invitaron a recorrer su planeta y le mostraron paisajes increíbles: bosques luminosos, ríos de colores y montañas flotantes. Martín estaba asombrado por tanta belleza. - Nunca imaginé encontrar algo así en mis viajes -dijo Martín emocionado-.

¿Cómo logran que todo sea tan hermoso aquí? Los extraterrestres le explicaron que cuidaban su planeta con amor y respeto, viviendo en armonía con la naturaleza y valorando cada ser vivo que habitaba allí.

Les enseñaron a Martín cómo cultivar plantas especiales que purificaban el aire y cómo reciclaban todos sus desperdicios para no dañar el entorno. Poco a poco, Martín fue aprendiendo las costumbres de aquellos simpáticos seres verdes y se dio cuenta de cuánto podía aprender de ellos sobre cuidar el medio ambiente.

Un día, mientras paseaba por un campo lleno de flores multicolores junto a Zog, vieron una planta marchita que parecía necesitar ayuda. - ¿Qué le pasa a esa planta? -preguntó Martín preocupado.

Zog le explicó que aquella era una planta especial para su planeta porque producía oxígeno para todos los seres vivos. Pero algo estaba impidiendo su crecimiento adecuado.

Entonces, Martín recordó todo lo que había aprendido sobre cultivo durante su entrenamiento como astronauta e ideó un plan para ayudar a la planta enferma. Con cuidados especiales y mucho cariño lograron salvarla. Los extraterrestres celebraron junto a Martín aquel logro tan importante para su planeta.

Y él comprendió entonces la importancia de cuidar no solo su propio hogar en la Tierra sino también cualquier lugar donde pudiera llegar en sus futuras exploraciones espaciales. Después de compartir tantas aventuras juntos, llegó el momento de despedirse.

Los extraterrestres regalaron a Martín una semilla especial como símbolo de amistad entre sus mundos y él prometió volver algún día para seguir aprendiendo juntos.

Así fue como Martín regresó a casa transformado por aquella experiencia única en el universo: ahora sabía que cada gesto cuenta cuando se trata de proteger nuestro hogar común en el cosmos.

FIN.

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