Martín y el poder de la amistad literaria
Había una vez un niño llamado Martín, que estaba emocionado por empezar el instituto. Siempre había sido muy responsable y le encantaba aprender cosas nuevas.
Estaba ansioso por el cambio de la primaria a la secundaria, pensando en todas las aventuras y conocimientos que le esperaban. El primer día de clases llegó, y Martín entró al aula con una sonrisa en el rostro.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que sus compañeros de clase no eran tan amables como los de primaria. Algunos se burlaban de él por ser tan aplicado, mientras que otros simplemente lo ignoraban. Además, notó que los profesores no tenían el mismo trato cercano y cariñoso que los maestros de primaria.
Parecían más distantes y menos interesados en conocer a cada uno de sus alumnos. Martín se sintió decepcionado y desanimado. ¿Por qué tenía que ser así la secundaria? Se preguntaba mientras caminaba solo por los pasillos del colegio.
Un día, durante el recreo, Martín conoció a un grupo de chicos mayores que estaban sentados en un rincón leyendo cuentos. Se acercó tímidamente y les preguntó qué estaban haciendo.
"Estamos formando un club de lectura", respondió uno de los chicos con una sonrisa amigable. "Nos gusta aprender cosas nuevas y compartir nuestras historias favoritas". Martín se sintió emocionado al instante. Había encontrado personas con sus mismos intereses, personas que valoraban el conocimiento y la amistad verdadera.
A partir de ese día, Martín comenzó a pasar más tiempo con su nuevo grupo de amigos del club de lectura. Juntos descubrieron mundos mágicos en las páginas de los libros y compartieron grandes aventuras literarias.
Con el tiempo, Martín se dio cuenta de que la secundaria no era tan mala como pensaba al principio. Aunque algunos compañeros seguían siendo poco amables, él había encontrado un refugio en sus amigos del club de lectura.
Además, decidió hablar con sus profesores sobre su interés por la lectura y logró formar un pequeño grupo extracurricular para explorar juntos diferentes géneros literarios. Al final del año escolar, Martín recibió un premio por su dedicación a fomentar la lectura entre sus compañeros.
Estaba feliz y orgulloso no solo por el reconocimiento, sino también por haber encontrado su lugar en la secundaria gracias a su pasión por aprender.
Y así, Martín aprendió una valiosa lección: siempre habrá obstáculos en el camino, pero con determinación y buscando aquello que nos apasiona podemos superar cualquier adversidad. Y lo más importante: nunca debemos dejar que las opiniones negativas nos impidan brillar con luz propia.
FIN.