Martín y el poder de la atención
Había una vez un niño llamado Martín que asistía a la escuela primaria. Martín era muy inteligente y tenía mucha energía, pero tenía un problema: hablaba demasiado en clase y no prestaba atención a las lecciones.
La maestra de Martín, la señorita Laura, estaba preocupada por él. A pesar de su inteligencia, Martín no aprovechaba al máximo su potencial debido a su falta de concentración.
La señorita Laura decidió tomar cartas en el asunto y hablar con los padres de Martín. Un día después de clases, la señorita Laura se reunió con los padres de Martín para discutir el problema. Los padres estaban sorprendidos al escuchar sobre el comportamiento distraído de su hijo en clase.
Prometieron trabajar juntos para ayudar a Martín a mejorar. A partir de ese momento, los padres comenzaron a establecer rutinas más estructuradas para Martín en casa.
Le asignaron tiempos específicos para hacer sus tareas escolares y le dieron pequeñas recompensas cada vez que lograba completarlas sin interrupciones. Además, decidieron limitar el tiempo que pasaba frente a las pantallas electrónicas y fomentar actividades al aire libre como jugar fútbol o andar en bicicleta.
Esto ayudó a canalizar la energía extra de Martín y mejorar su capacidad para concentrarse. En la escuela, la señorita Laura implementó estrategias especiales para ayudar a Martín durante las clases. Le dio responsabilidades adicionales, como ser el encargado del tablero o entregar los papeles.
Estas tareas le dieron a Martín una sensación de importancia y le ayudaron a mantenerse más enfocado. Un día, la señorita Laura tuvo una idea brillante. Decidió organizar un concurso de preguntas y respuestas en clase.
Cada estudiante tendría que responder correctamente a una pregunta para ganar puntos. La emoción del juego capturó la atención de Martín, quien se esforzó por prestar atención y responder correctamente.
A medida que pasaba el tiempo, Martín comenzó a mejorar notablemente. Sus padres notaron su mayor concentración en las tareas escolares y su maestra estaba impresionada por su participación activa en clase. El día del concurso finalmente llegó.
Todos los estudiantes estaban emocionados y nerviosos por competir entre sí. La señorita Laura hizo preguntas desafiantes pero interesantes, y cada estudiante hizo todo lo posible para responder correctamente. Llegó el turno de Martín, quien respondió todas las preguntas sin dudarlo y con gran precisión.
Fue asombroso ver cómo había cambiado desde el niño distraído hasta convertirse en uno de los más destacados de la clase. Al final del concurso, la señorita Laura anunció que Martín había obtenido la mayor cantidad de puntos y era el ganador indiscutible.
Todos aplaudieron emocionados por él. Martín se sintió muy orgulloso de sí mismo y entendió lo importante que era prestar atención en clase.
A partir de ese momento, se convirtió en un ejemplo para sus compañeros al mostrarles cómo esforzarse por ser mejores cada día. Y así fue como Martín aprendió que escuchar atentamente y poner atención eran habilidades fundamentales para tener éxito en la escuela y en la vida.
A partir de ese día, Martín se convirtió en uno de los mejores estudiantes de su clase y nunca más volvió a distraerse durante las clases.
FIN.