Martín y el valor del tiempo



Había una vez un niño llamado Martín que siempre llegaba tarde al colegio.

Por más que su mamá le decía todas las mañanas que se apurara, él siempre encontraba la manera de entretenerse con sus juguetes o con cualquier cosa que veía en el camino. Un día, cuando Martín llegó tarde nuevamente, la directora lo llamó a su despacho. Martín estaba asustado, pensando en qué regaño le darían. Pero para su sorpresa, la directora no estaba enojada.

En cambio, le dijo:"Martín, sé que te cuesta llegar a tiempo al colegio, pero es importante ser puntual. La puntualidad demuestra respeto por los demás y responsabilidad contigo mismo.

"Martín se sintió avergonzado por haber hecho esperar a sus compañeros y maestros tantas veces. Decidió entonces hacer un esfuerzo para cambiar su hábito de llegar tarde. Esa misma tarde, Martín preparó su mochila y dejó todo listo para el día siguiente.

Además, pidió ayuda a su mamá para poner una alarma temprano y así levantarse a tiempo. Al día siguiente, la alarma sonó puntualmente y Martín se despertó de inmediato. Se vistió rápidamente, desayunó velozmente y salió corriendo hacia el colegio.

Cuando llegó a la puerta del colegio, todos sus compañeros ya estaban formados en fila para entrar al aula. Martín respiró hondo y entró junto con ellos. La maestra lo recibió con una sonrisa y todos los compañeros lo saludaron amigablemente.

Desde ese día, Martín se esforzó por ser puntual en todo lo que hacía: llegaba temprano al colegio, entregaba las tareas a tiempo y nunca más hizo esperar a nadie.

Con el tiempo, Martín se convirtió en un ejemplo de puntualidad para todos en el colegio. La directora incluso le dio un reconocimiento por su esfuerzo y dedicación para cambiar su mal hábito.

Desde entonces, Martín entendió la importancia de ser puntual y cómo eso podía marcar la diferencia en su vida y en las relaciones con los demás. Y colorín colorado este cuento de puntualidad ha terminado.

FIN.

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