Martín y la aventura inquieta



Martín era un niño muy curioso y creativo, pero tenía un desafío especial: tenía Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, o TDAH. A pesar de esto, Martín siempre encontraba formas ingeniosas de divertirse y aprender.

Un día, Martín decidió explorar el parque cercano a su casa. Mientras caminaba, vio a un grupo de ardillas saltando de árbol en árbol. -¡Qué divertido! -exclamó Martín emocionado. Martín siguió a las ardillas, saltando y corriendo detrás de ellas.

De repente, las ardillas desaparecieron en un agujero en el suelo. Martín se detuvo y miró con curiosidad. -¿Adónde fueron? -se preguntó. Decidido a descubrirlo, Martín se agachó y se deslizó por el agujero. Así comenzó su aventura.

Martín se encontró en un mundo subterráneo, lleno de colores brillantes y criaturas mágicas. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que las criaturas estaban en problemas.

Un grupo de duendes estaba en apuros, tratando de construir un puente para llegar al otro lado de un río, pero no sabían cómo hacerlo. Martín se acercó y les ofreció ayuda. Con su mente ingeniosa y llena de ideas, les mostró cómo usar las piedras y troncos que tenían para construir un puente resistente.

Los duendes lo escucharon atentamente y juntos, trabajaron en equipo para construir el puente. Cuando terminaron, los duendes celebraron mientras cruzaban el río. Martín se sintió feliz de haberlos ayudado. De repente, recordó que debía regresar a casa.

Martín buscó el agujero por donde había llegado, pero no pudo encontrarlo. -¡Oh no, me perdí! -exclamó preocupado.

Sin embargo, antes de que entrara en pánico, recordó algo que su mamá le había dicho: 'Siempre que te sientas perdido, busca un punto alto para ver el camino'. Martín buscó el punto más alto que pudo encontrar y vio el agujero a lo lejos. Con determinación, encontró el camino de regreso. Cuando emergió del agujero, Martín se encontró de vuelta en el parque.

Corrió a casa, emocionado por contarle a su familia sobre su increíble aventura. Aquella noche, mientras se acostaba en la cama, Martín se dio cuenta de que su TDAH, lejos de ser un obstáculo, era una parte de lo que lo hacía especial.

Había aprendido que su mente creativa y sus ideas ingeniosas podían marcar la diferencia en el mundo. Y más importante aún, había descubierto que, con determinación y valentía, siempre podía superar los desafíos que se le presentaran.

FIN.

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