Martín y la Generosidad


Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un hombre tan alto que su cabeza llegaba hasta las estrellas. Se llamaba Martín y era conocido por todos como "El Gigante de las Estrellas".

A pesar de su imponente altura, Martín era amable y gentil con todos los habitantes del pueblo. Un día, mientras paseaba por los campos, Martín escuchó llantos provenientes de un árbol cercano.

Se acercó con cuidado y descubrió a un pajarito atrapado entre las ramas. Sin dudarlo, alzó sus brazos hacia el cielo y con su gran altura logró rescatar al pajarito. El animalito revoloteó feliz antes de emprender vuelo hacia la libertad.

-¡Gracias, Gigante Martín! -trinó el pajarito desde lo alto. Martín sonrió y continuó su camino, pero algo en su corazón se encendió en ese momento.

Decidió que usaría su altura no solo para alcanzar las estrellas, sino también para ayudar a quienes lo necesitaran en el pueblo. Una tarde, una anciana llamada Doña Rosa perdió su gato entre los techos de las casas. La pobre mujer no sabía qué hacer para recuperarlo. Fue entonces cuando Martín se acercó a ella y le ofreció ayuda.

- No te preocupes, Doña Rosa. Con mi altura podré encontrar a tu gato -dijo Martín con amabilidad.

Y así fue como el Gigante de las Estrellas escaló con destreza los techos del pueblo hasta dar con el travieso felino escondido entre unas tejas. La alegría de Doña Rosa fue inmensa y agradecida le invitó un rico té en señal de gratitud.

Poco a poco, la fama de Martín como héroe del pueblo se extendió más allá de las montañas. Los niños lo admiraban y corrían tras él para escuchar sus historias sobre las estrellas y la importancia de ayudar al prójimo. Sin embargo, no todo sería fácil para nuestro gigante bondadoso.

Una noche oscura y tormentosa, una fuerte ventisca azotó el pueblo dejando a varios vecinos atrapados bajo los escombros de sus casas derrumbadas. Martín sabía que debía actuar rápido si quería salvarlos.

Con valentía y determinación, el Gigante de las Estrellas utilizó toda su fuerza para levantar vigas y piedras; rescatando uno por uno a los atrapados sin importarle arriesgar su vida en aquella peligrosa tarea.

Finalmente logró poner a salvo a cada habitante del pueblo demostrando que la verdadera grandeza reside en el corazón generoso que busca ayudar al prójimo desinteresadamente.

Desde aquel día, cada vez que alguien miraba hacia el cielo nocturno podía ver brillar una estrella más grande y resplandeciente que les recordaba la valentía y nobleza del Gigante Martín; quien supo utilizar su extraordinaria altura no solo para llegar a las estrellas sino también para iluminar la vida de quienes lo rodeaban con amor y solidaridad.

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