Martín y la valentía de empezar



En un pequeño pueblo argentino, vivía Martín, un niño de cinco años que estaba a punto de comenzar el preescolar.

Martín estaba emocionado por aprender cosas nuevas, pero también sentía un gran miedo ante la idea de separarse de su mamá y papá. Una semana antes del primer día de clases, Martín empezó a tener pesadillas y se despertaba llorando en medio de la noche.

Sus padres intentaban calmarlo y le aseguraban que todo iba a estar bien, pero el miedo seguía presente en su corazón. El día antes del comienzo del preescolar, Martín decidió hablar con su abuelita Rosa, una mujer sabia y amorosa que siempre tenía las palabras indicadas para reconfortarlo.

"Abuelita Rosa, ¿qué puedo hacer para no tener miedo mañana en mi primer día de clases?", preguntó Martín con los ojos llenos de lágrimas. Rosa sonrió tiernamente y tomó la mano de su nieto. "Martincito querido, entiendo que te sientas nervioso.

Pero recuerda que todos los niños van a estar sintiendo lo mismo que tú. Además, vas a conocer amigos nuevos y aprender muchas cosas divertidas". Las palabras de su abuelita hicieron que Martín se sintiera un poco más tranquilo.

Esa noche logró dormir sin pesadillas y al despertar al otro día se sentía decidido a enfrentar su miedo. Cuando llegó al preescolar junto a sus padres, vio a otros niños corriendo y riendo en el patio.

La maestra Ana lo recibió con una sonrisa cálida y lo invitó a jugar con bloques junto a sus compañeros. Poco a poco, Martín fue olvidando su miedo mientras jugaba y compartía con sus nuevos amigos.

Descubrió lo divertido que era pintar con acuarelas y escuchar cuentos antes del recreo.

Al finalizar el primer día de clases, Martín se dio cuenta de algo importante: había superado su miedo gracias al apoyo de las personas que más quería y había descubierto un mundo lleno de aventuras por vivir en el preescolar. Esa noche, antes de dormir, le dijo a su abuelita Rosa: "Abuelita, ¡hoy fue el mejor día! Gracias por ayudarme a vencer mi miedo".

Y juntos compartieron una rica merienda llena de risas y complicidad. Desde ese día en adelante, Martín disfrutó cada momento en el preescolar sabiendo que siempre tendría el amor incondicional de su familia para acompañarlo en cada paso nuevo que diera.

Y así aprendió que enfrentar los miedos con valentía puede llevarnos hacia experiencias maravillosas e inolvidables.

FIN.

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