Martín y los dinosaurios luminosos
Había una vez un niño llamado Martín que todos los días iba al colegio caminando.
Un día, mientras atravesaba la niebla matutina, Martín divisó algo muy extraño a lo lejos: ¡unos dinosaurios con cabeza de colores brillantes! Martín se frotó los ojos para asegurarse de que no estaba soñando, pero los dinosaurios seguían allí, moviéndose con gracia y alegría. Sin pensarlo dos veces, decidió acercarse para verlos de cerca.
Al llegar al lugar donde estaban los dinosaurios, Martín descubrió que eran criaturas amigables y simpáticas. Tenían cuerpos enormes y escamas relucientes, pero lo más sorprendente era su cabeza: cada uno tenía un color diferente y parecía brillar como una luz mágica.
"¡Hola! ¿Quiénes son ustedes?", preguntó Martín con curiosidad. Uno de los dinosaurios, el más grande y verde, respondió con voz grave pero amable: "Somos los Dinos Brillantes. Vivimos en este bosque encantado y nos encanta jugar y hacer amigos".
Martín quedó maravillado ante la presencia de estos seres tan especiales.
Nunca había imaginado que podría conocer a dinosaurios reales, ¡y mucho menos tan coloridos y divertidos! Los Dinos Brillantes invitaron a Martín a unirse a sus juegos y juntos pasaron horas corriendo por el bosque, saltando sobre rocas gigantes y riendo sin parar. Martín se sentía feliz de haberlos encontrado e incluso olvidó por un momento que debía ir al colegio.
Sin embargo, cuando el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, Martín recordó sus responsabilidades y supo que debía regresar a casa antes de que su mamá se preocupara demasiado. "Lo siento chicos, pero debo irme. Ha sido increíble conocerlos", dijo Martín con tristeza.
Los Dinos Brillantes asintieron comprensivos y le prometieron esperarlo en el bosque para jugar juntos otro día. Con una sonrisa en el rostro, Martín emprendió el camino de regreso a casa llevando consigo recuerdos inolvidables de su aventura con los dinosaurios coloridos.
Desde ese día en adelante, Martín visitaba regularmente a sus nuevos amigos del bosque encantado. Aprendió muchas cosas sobre la naturaleza, la amistad y la importancia de mantener viva la imaginación en todo momento.
Y así fue como aquel encuentro entre la niebla matutina dio inicio a una hermosa amistad que perduraría para siempre en el corazón del pequeño explorador llamado Martín.
FIN.