Martín y los Monos de la Escuela Selvática


Había una vez en medio de la selva un colegio muy especial llamado "Escuela Selvática".

Este colegio era diferente a los demás, ya que sus aulas estaban rodeadas de árboles frondosos, cantos de aves y el sonido relajante del río que pasaba cerca. En la Escuela Selvática, los niños aprendían matemáticas contando frutas exóticas, geografía explorando el mapa de la selva y ciencias observando a los animales en su hábitat natural.

La directora del colegio, la señorita Rosa, era una mujer amorosa y sabia que enseñaba a sus alumnos el valor de cuidar y respetar la naturaleza.

Un día llegó un nuevo alumno al colegio: Martín, un niño de la ciudad que se sentía asustado por estar tan lejos de su hogar. Al principio le costó adaptarse a las clases al aire libre y a las costumbres de la selva, pero con el tiempo fue descubriendo lo maravilloso que era aprender rodeado de tanta belleza natural.

Una tarde, mientras exploraban el bosque en busca de hojas para una actividad artística, Martín se perdió. El sol comenzaba a esconderse entre los árboles y todos en la Escuela Selvática estaban preocupados por él.

"-¡Tenemos que encontrar a Martín antes de que anochezca! -exclamó la señorita Rosa-. ¡Dividámonos en grupos y busquémoslo por toda la selva!"Los niños se dispersaron entre los árboles buscando a su compañero perdido.

Mientras tanto, Martín caminaba sin rumbo fijo tratando de recordar por dónde había venido. De repente, escuchó un ruido extraño detrás de unos arbustos y decidió acercarse con cautela. Para su sorpresa, detrás de los arbustos encontró una familia de monos juguetones que lo miraban curiosos.

Martín sintió miedo al principio, pero luego recordó lo aprendido en clase sobre cómo comportarse con los animales salvajes. Poco a poco fue ganándose la confianza de los monos hasta lograr comunicarse con ellos.

Mientras tanto, en la Escuela Selvática todos seguían buscando desesperadamente a Martín. Justo cuando comenzaba a oscurecer, escucharon risas provenientes del bosque y vieron salir corriendo a Martín seguido por una bandada de monitos traviesos.

"-¡Martín! ¡Estás bien! -gritaban emocionados sus compañeros mientras lo abrazaban-. ¿Dónde estabas?""-Estuve jugando con mis nuevos amigos", respondió Martín con una sonrisa radiante en el rostro. La señorita Rosa se acercó emocionada y orgullosa: "-Martín, has demostrado mucha valentía y astucia al hacerte amigo de los monitos.

Estoy segura de que serás un gran protector de nuestra selva".

Desde ese día, Martín se convirtió en el guardián oficial del bosque alrededor del colegio y enseñó a sus compañeros la importancia de respetar todas las formas vida que habitan en él. La Escuela Selvática seguía siendo un lugar mágico donde cada día se aprendía algo nuevo gracias a la sabiduría infinita de la naturaleza.

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