Martín y los tres deseos de Aurora



Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, un niño llamado Martín. Martín era un niño curioso y aventurero, siempre buscando nuevas maneras de divertirse y aprender cosas nuevas.

Un día, mientras jugaba en el bosque cerca de su casa, Martín se encontró con una ardilla muy especial. Esta ardilla tenía colores brillantes en su pelaje y parecía hablarle a Martín con sus ojos chispeantes. "Hola Martín, soy Aurora la ardilla mágica.

He estado observando tus juegos y travesuras, y creo que tienes un gran corazón lleno de bondad", dijo la ardilla con voz suave. Martín no podía creer lo que estaba viendo y escuchando.

¿Una ardilla que hablaba? ¡Y además era mágica!"¿Cómo es posible que hables, Aurora? ¿Y qué quieres decir con que tengo un gran corazón?", preguntó Martín emocionado.

Aurora le explicó a Martín que ella era la guardiana del bosque y que podía otorgarle al niño tres deseos especiales como recompensa por su buen corazón y amor por la naturaleza. Martín pensó detenidamente en lo que quería pedir como deseos.

Después de reflexionar un rato, decidió pedir su primer deseo: poder volar como las aves para explorar el mundo desde las alturas. Sin dudarlo, Aurora agitó su cola brillante y pronunció unas palabras mágicas.

De repente, unas alas coloridas crecieron en la espalda de Martín, quien emocionado empezó a volar por los cielos del pueblo. "¡Esto es increíble! ¡Gracias Aurora!", gritaba Martín mientras sobrevolaba los techos de las casas. Pero antes de darse cuenta, una ráfaga de viento fuerte lo desvió hacia el río cercano.

Aterrado al verse cayendo al agua, cerró los ojos con fuerza esperando lo peor. Sin embargo, cuando abrió los ojos se dio cuenta de algo sorprendente: ahora podía respirar bajo el agua como un pez gracias a su segundo deseo concedido por Aurora.

Sumergiéndose en las profundidades del río sin temor alguno, Martín descubrió un mundo submarino lleno de vida marina fascinante. Se maravillaba con cada criatura acuática que veía y agradeció una vez más a Aurora por tan increíble regalo.

Después de disfrutar sus dos primeros deseos al máximo, llegó el momento de elegir sabiamente cuál sería su tercer deseo.

Tras meditarlo detenidamente durante horas junto a Aurora bajo la luz plateada de la luna llena en el bosque encantado; finalmente tomó una decisión:"Quiero compartir mis dones especiales con todos los niños del mundo para inspirarlos a amar y proteger nuestra hermosa naturaleza", expresó solemnemente Martín mirando fijamente a Aurora.

La ardilla mágica sonrió con orgullo ante tal noble solicitud e hizo realidad el último deseo del valiente niño aventurero.

Desde ese día en adelante, todos los niños del planeta Tierra pudieron volar como aves majestuosas sobre montañas nevadas; sumergirse en océanos cristalinos para jugar con delfines juguetones; y sentirse parte inseparable del mundo natural que les rodeaba gracias al amor incondicional sembrado por Martín y compartido generosamente por la tierna Ardilla Mágica llamada Aurora.

FIN.

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