Martín y Luna, amigos inseparables



Había una vez un niño llamado Martín que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos paisajes. Sin embargo, a pesar de tener un entorno tan bonito, Martín se sentía muy triste porque no tenía amigos con quienes jugar.

Todos los días, Martín salía al patio de su casa y veía cómo su sombra lo seguía a todas partes. Un día, mientras jugaba solo en el jardín, decidió hablarle a su sombra como si fuera una amiga imaginaria.

"Hola sombra", dijo Martín tímidamente. La sombra se movió y pareció saludarlo en respuesta. A partir de ese momento, la sombra se convirtió en la única compañera de juegos de Martín.

Juntos saltaban sobre las piedras del camino, competían para ver quién era más rápido y hacían carreras por todo el jardín. Aunque nadie más podía verla, la sombra siempre estaba allí para acompañarlo.

Un día soleado, mientras jugaban cerca del río que atravesaba el pueblo, la sombra comenzó a comportarse de manera extraña. De repente, se separó del cuerpo de Martín y empezó a danzar por toda la orilla del río. Martín quedó sorprendido al ver cómo su fiel amiga adquiría vida propia.

Se acercó corriendo hacia ella y le preguntó: "¿Qué estás haciendo?" La sombra respondió con alegría: "¡Estoy bailando! Siempre he estado aquí contigo como tu amiga invisible pero ahora quiero mostrarte mi verdadera forma".

Martín sonrió emocionado y decidió llamarla Luna porque brillaba tan intensamente como el cielo nocturno. A partir de ese día, Martín y Luna se convirtieron en los mejores amigos. Juntos, exploraron cada rincón del pueblo.

Descubrieron cuevas secretas, subieron a los árboles más altos y se aventuraron por caminos desconocidos. Martín ya no sentía la tristeza de estar solo porque siempre tenía a Luna a su lado.

Un día, mientras jugaban cerca de una antigua biblioteca abandonada, encontraron un libro titulado "El poder de la amistad". Intrigados, lo abrieron y comenzaron a leer. El libro hablaba sobre cómo la amistad podía cambiar nuestras vidas para mejor.

Decía que los amigos son aquellos que nos apoyan, nos escuchan y están ahí para nosotros en todo momento. Martín y Luna se miraron el uno al otro y supieron que tenían algo especial: una verdadera amistad llena de amor y compañerismo.

A medida que pasaba el tiempo, Martín empezó a hacer nuevos amigos en el colegio y en su vecindario. Pero nunca olvidó a su fiel compañera Luna, quien siempre fue su primera amiga verdadera. Y así fue como Martín aprendió que la amistad puede surgir incluso en las situaciones más inesperadas.

Aunque su sombra era solo una ilusión creada por la luz del sol, le enseñó importantes lecciones sobre el valor de tener un amigo fiel a nuestro lado.

Desde entonces, Martín valoró cada nueva amistad que hizo y siempre recordó con cariño a su querida Luna. Y aunque ya no jugaba solo con ella en el jardín, sabía que siempre estaría allí, en forma de sombra o en su corazón, lista para acompañarlo en cada aventura que emprendiera.

FIN.

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