Martin y su amiga del espacio
Martin era un nene de diez años con una gran pasión: ¡soñar con el espacio! Pasaba horas mirando las estrellas desde su ventana, imaginando cómo sería flotar en la inmensidad del universo. Pero lo que más deseaba era encontrar un compañero con el que compartir su aventura.
Un día, mientras caminaba por el parque con su mochila llena de libros sobre planetas y cohetes, se encontró con una nena de su edad.
"Hola, soy Martin, ¿te gustaría ver las estrellas conmigo esta noche?" - le preguntó con entusiasmo.
"¡Sí! Soy Sofía y también quiero ir al espacio algún día. Siempre he soñado con ser astronauta" - respondió ella, brillando de emoción.
A partir de ese momento, comenzaron a hablar sobre sus sueños y las maravillas del universo. Sofía le contó sobre un libro que había leído, donde un valiente astronauta viajaba a Marte. Martin, por su parte, mostraba sus dibujos de cohetes que había diseñado.
"¡Mirá! Este es mi cohete, se llama Estrella Rápida. ¿No es genial?" - dijo Martin mostrando su dibujo.
"¡Increíble! Yo tenía una idea de un cohete con alas gigantes. Pero, ¿cómo vamos a construir uno?" - preguntó Sofía.
Martin pensó por un momento y respondió:
"¿Sabés qué? Podríamos hacer un modelo con cajas de cartón y pintarlo como más nos guste. ¡Y podemos usar globos para que vuele!"
Sofía sonrió y asintió con la cabeza.
Así que los dos se pusieron manos a la obra. Juntaron cajas de cartón, globos y pintura, y durante varios días trabajaron juntos en el parque. Mientras armaban su cohete, aprendieron sobre los planetas, el sistema solar y la gravedad.
"¿Por qué la Tierra no se cae en el espacio?" - preguntó Sofía un día.
"Porque está atrapada en una especie de 'trampa' gravitacional que la mantiene en su órbita. ¡Es fascinante!" - dijo Martin, emocionado.
Con cada día que pasaba, su cohete iba tomando forma, y su amistad se fortalecía. Pero un día, mientras estaban en el parque, una tormenta se acercó rápidamente.
"Rápido, Sofía, tenemos que recoger todo antes de que se mojen" - gritó Martin, mientras trataban de llevar las cajas a un lugar seguro.
En la confusión, un fuerte viento se llevó volando su cohete de cartón.
"¡No!" - gritó Sofía, con lágrimas en los ojos.
Martin la abrazó y le dijo:
"No te preocupes, podemos volver a hacerlo. Lo importante no es el cohete, sino lo que aprendimos juntos. ¡Y nuestra amistad!"
Después de la tormenta, decidieron no rendirse. Mientras pensaban en cómo construir un nuevo cohete, tuvieron una idea brillante.
"Podríamos hacer un proyecto de ciencia en la escuela sobre los cohetes, y si lo presentamos bien, podríamos hasta ganar un premio" - sugirió Sofía.
"¡Es una excelente idea!" - contestó Martin.
Los dos se pusieron a trabajar. Al final, no solo construyeron una nueva versión del cohete, sino que también aprendieron a calcular las trayectorias y a hacer pequeñas maquetas de lanzamientos.
Cuando llegó el día de la presentación, Martin y Sofía estaban nerviosos, pero decididos. Con un gran cartel que decía "En el camino al espacio con la ciencia", expusieron sus conocimientos y sus sueños. La maestra quedó tan impresionada que los felicitó.
"Estoy muy orgullosa de ustedes, han hecho un gran trabajo" - les dijo.
Como recompensa, fueron invitados a una charla de un astronauta real en su escuela. ¡Era un día que no olvidarían jamás!
Allí, conocieron a alguien que había realizado su sueño, y al finalizar la charla, le hicieron una pregunta al astronauta.
"¿Cuál es el secreto para llegar al espacio?" - preguntó Sofía.
"Soñar, trabajar duro y nunca rendirse. Ustedes ya están en el camino correcto" - respondió el astronauta.
Martin y Sofía sonrieron, sabiendo que su aventura apenas comenzaba. Se prometieron seguir aprendiendo juntos y nunca dejar de soñar.
Y así, mientras miraban las estrellas desde su ventana, sabían que, algún día, su viaje hacia el espacio sería una realidad.
FIN.