Martín y su amigo fiel, Toby
Había una vez un niño llamado Martín que se sentía muy triste. Había perdido a su abuelita hacía poco tiempo y extrañaba mucho sus risas y cuentos. Sus padres intentaban animarlo, pero Martín seguía sintiéndose solo y melancólico.
Un día, paseando por el parque cerca de su casa, Martín vio a un perrito abandonado. Estaba sucio y flaco, pero tenía unos ojos brillantes y llenos de amor.
El corazón de Martín se conmovió al instante al ver al perrito en esa situación. "¡Pobre perrito! Debe estar tan asustado y hambriento", pensó Martín. Sin dudarlo, se acercó al perrito con cuidado. Este lo miró con ternura y le lamió la mano.
En ese momento, Martín supo que aquel cachorrito sería su compañero para siempre. "Vamos a casa juntos, ¿te parece?", le dijo Martín al perrito mientras lo acariciaba con cariño. Ellos dos caminaron lentamente hacia la casa de Martín.
Al llegar, sus padres se sorprendieron al ver al nuevo amigo de su hijo. "¿Qué vamos a hacer con este perro?", preguntó su mamá preocupada. Martín miró fijamente a sus padres y les dijo con determinación:"Lo adoptaremos.
Él me necesita tanto como yo lo necesito a él". Sus padres sonrieron ante la valentía y bondad de Martín. A partir de ese día, el perrito recibió el nombre de Toby y se convirtió en el mejor amigo de Martín.
Jugaron juntos en el jardín, salieron a correr por el parque y compartieron muchos momentos felices. Con Toby a su lado, la tristeza de Martín comenzó a desvanecerse poco a poco.
El amor incondicional del perrito llenaba cada rincón de su corazón herido. Toby era más que una mascota; era un confidente fiel que escuchaba sin juzgar y acompañaba en silencio cuando las palabras no bastaban.
Un día, mientras jugaban en el parque como siempre hacían los sábados por la mañana, Toby corrió hacia un árbol y comenzó a excavar frenéticamente bajo sus raíces. Intrigado, Martín se acercó para ver qué encontraba allí su amigo animal.
Para sorpresa de todos, bajo tierra había una cajita metálica oxidada con algo escrito en ella: "Tesoro perdido". Con ayuda de sus padres, lograron abrir la caja misteriosa y descubrieron monedas antiguas y una pequeña joya brillante. "¡Es un tesoro real!", exclamó emocionado Martín.
Ese hallazgo inesperado llenó los días siguientes de emoción y aventura para Martín y Toby. Juntos investigaron sobre la historia del tesoro perdido e imaginaron mil historias sobre cómo llegó hasta allí enterrado bajo aquel árbol viejo del parque.
Desde entonces, cada vez que pasaban junto al árbol recordaban aquella increíble aventura que los unió aún más como amigos inseparables.
La tristeza inicial había dado paso a la alegría renovada gracias al vínculo especial entre un niño valiente llamado Martín y su fiel compañero canino Toby.
FIN.