Martina, la araña solidaria


Había una vez en un hermoso jardín, una araña muy especial.

Esta araña no era como las demás, ¡tenía botas de colores brillantes en cada una de sus patitas! Se llamaba Martina y siempre estaba lista para explorar y divertirse. Un día soleado, mientras Martina jugaba entre las flores, tropezó con una piedrecita y se le atascó una de sus patitas. Sus amigos insectos, que la observaban desde lejos, comenzaron a reírse de ella.

"¡Miren a Martina! ¡Se le atascó su patita presumida!", se burlaban sin compasión. Martina sintió mucha vergüenza y tristeza por las risas de sus amigos. Decidió alejarse para ocultar su dolor y buscar ayuda con su patita atascada.

Con mucho esfuerzo logró liberarse y continuó su camino, decidida a demostrarles a todos lo valiente e ingeniosa que podía ser. Esa misma tarde, Martina tejió la tela más grande y resistente que jamás había hecho.

Con paciencia y destreza capturó un montón de moscas del jardín. Sus amigos no podían creer lo que veían: ¡Martina había atrapado más presas que cualquier otra araña en el jardín! Impresionados por la habilidad de Martina, los insectos se acercaron a felicitarla.

"¡Increíble, Martina! ¡Eres toda una cazadora experta!", exclamaron asombrados. Martina sonrió con humildad y les dijo: "Gracias amigos, pero esto no habría sido posible sin mi determinación y esfuerzo".

Los insectos se sintieron avergonzados por haberse burlado de ella antes. Para demostrarles que todos podemos aprender algo nuevo cada día, Martina decidió compartir generosamente su preciado botín con sus amigos hambrientos. Les enseñó a repartir equitativamente las moscas entre todos para que nadie se quedara sin comer.

"¡Gracias por enseñarnos a compartir, Martina! Ahora entendemos lo importante que es apoyarnos mutuamente", dijeron los insectos arrepentidos. Desde ese día en adelante, Martina siguió siendo admirada por su valentía y generosidad en el jardín.

Y sus amigos aprendieron una gran lección: nunca subestimes a alguien solo por ser diferente; todos tenemos talentos especiales que merecen ser valorados. Y lo más importante: la verdadera grandeza radica en saber compartir con los demás.

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