Martina y el Árbol de la Sabiduría



Había una vez una niña llamada Martina, que era muy buena y siempre se portaba bien. Sus padres estaban orgullosos de ella, pero a veces Martina tenía momentos de travesura que la metían en problemas.

Un día, Martina decidió ir al parque con sus amigos. Estaba emocionada por jugar en el tobogán y columpiarse en los juegos. Pero cuando llegaron al parque, vieron un cartel que decía: "Cuidado con las plantas frágiles".

Martina sabía que no debía pisar las plantas, pero su curiosidad le ganó y decidió hacerlo de todas formas. Sus amigos la miraron sorprendidos mientras ella reía y saltaba sobre ellas. En ese momento apareció el señor Manuel, quien cuidaba del parque.

Se acercó a Martina y le dijo amablemente: "Hola Martina, sé que eres una niña buena. ¿Sabías que estas plantas son muy importantes para el parque? Si las pisamos o dañamos, no podrán crecer más".

Martina sintió vergüenza por lo que había hecho y bajó la mirada. "-Lo siento mucho señor Manuel", respondió con tristeza. El señor Manuel sonrió comprensivamente y continuó: "Todos cometemos errores alguna vez. Lo importante es aprender de ellos y rectificar nuestro comportamiento".

Martina reflexionó sobre sus acciones mientras el señor Manuel regaba las plantas afectadas para ayudarlas a recuperarse. Decidió disculparse con él antes de irse.

Al día siguiente, durante la clase de arte en la escuela, la maestra les pidió a los estudiantes dibujar algo que representara la bondad. Martina pensó en lo sucedido en el parque y decidió dibujar un árbol con muchas flores alrededor.

Cuando terminó su dibujo, la maestra se acercó para verlo y le preguntó: "Martina, ¿por qué elegiste dibujar un árbol con flores?"Martina levantó la mirada y respondió: "-Quise dibujarlo porque me recordó algo importante. A veces hago cosas malas, pero también puedo hacer cosas buenas.

Quiero ser como ese árbol, crecer y ayudar a los demás". La maestra sonrió orgullosa de Martina y le dio un abrazo cariñoso. "-Esa es una gran lección, Martina", dijo la maestra.

"-Recuerda siempre que todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos y seguir adelante". Desde aquel día, Martina se esforzó por ser una niña buena todo el tiempo. Aunque aveces cometía travesuras, siempre recordaba las palabras del señor Manuel y su deseo de crecer como un árbol fuerte.

Con el tiempo, Martina se convirtió en una niña ejemplar que ayudaba a sus amigos cuando lo necesitaban y cuidaba del medio ambiente. Sus padres estaban muy orgullosos de ella por haber aprendido esa valiosa lección.

Y así fue como Martina descubrió que aunque todos tenemos momentos de travesura, siempre podemos rectificar nuestro comportamiento y convertirnos en mejores personas cada día.

FIN.

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