Martina y el cachorro perdido


Había una vez en un pequeño pueblo, una madre de pelo corto rubio y ojos color miel, llamada Sofía.

Sofía era cariñosa, amable y siempre estaba ahí para su hija, Martina, una niña con largos cabellos castaños y ojos marrones brillantes. Desde que Martina podía recordar, su madre siempre había sido su apoyo incondicional en cada paso de su vida.

Por eso, un día soleado mientras jugaban en el parque, Martina miró a los ojos a su mamá y le dijo: "Te quiero mucho, mami". Sofía sonrió tiernamente y abrazó a su hija. "-¿Por qué me quieres tanto, mi amor?", preguntó curiosa.

Martina pensó por un momento y comenzó a enumerar las razones por las cuales quería tanto a su madre: "-Te quiero porque siempre estás ahí para mí cuando te necesito. Porque me cuidas con ternura y paciencia. Porque me enseñas cosas nuevas cada día y compartimos momentos divertidos juntas.

"Sofía escuchaba emocionada las palabras de su hija. Saber que era tan importante para Martina la llenaba de alegría y orgullo. Pero la historia no terminaría aquí...

Un día, mientras paseaban por el bosque cercano al pueblo, se encontraron con un cachorro perdido. El perrito parecía asustado y solo. Martina lo tomó en brazos con cuidado mientras Sofía buscaba pistas sobre sus dueños. Después de un rato sin éxito, decidieron llevarlo a casa temporalmente.

Los días pasaron y el cachorro se convirtió en parte de la familia. Martina lo llamó —"Chispa"  por la energía que transmitía. Jugaron juntos en el jardín e incluso lo incluyeron en sus aventuras diarias.

Una tarde lluviosa, Chispa desapareció repentinamente durante unos minutos. Martina estaba desesperada buscándolo por todas partes cuando escuchó unos ladridos provenientes del lago cercano. Corrió hacia allí junto a Sofía y vio al cachorro ladrando desde la orilla tratando de alcanzar algo en el agua turbia.

Sin dudarlo ni un segundo, Martina se lanzó al agua para salvarlo. El corazón de Sofía latía fuerte viendo a su valiente hija nadar hacia Chispa bajo la lluvia torrencial.

Con esfuerzo logró traerlo sano y salvo de vuelta a tierra firme. Ambas estaban empapadas pero felices de estar juntas otra vez.

Mientras se secaban bajo un árbol cercano, Sofía abrazó fuerte a Martina: "-Eres valiente e increíblemente amorosa con todos los seres vivos que te rodean", le dijo con lágrimas en los ojos. Martina sonrió sabiendo cuánto significaba ese gesto para su mamá: "-Te quiero más que nunca porque eres mi heroína también".

Desde ese día, la conexión entre madre e hija creció aún más fuerte gracias a esa aventura inesperada que demostró cuánto se amaban mutuamente. Y así continuaron viviendo nuevas experiencias juntas; enfrentando desafíos como equipo inseparable; aprendiendo uno del otro cada día; construyendo recuerdos imborrables llenos de amor incondicional...

Porque cuando alguien nos ama profundamente como una madre ama a su hija, nunca hay límites para expresar todo lo que sentimos:"¡Te quiero infinitamente más allá de las estrellas del universo entero!"

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