Martina y el gran paseo en Madrid
Era un hermoso día en Madrid, y Martina, una niña de 4 años, decidió salir a pasear con su mamá.
- ¡Mirá, mami! ¡La plaza de toros! - dijo Martina emocionada, señalando con su dedo pequeño.
- Sí, cariño, es muy linda. Vamos a acercarnos un poco más - respondió su mamá, mientras ambas se dirigían hacia el lugar.
Martina estaba fascinada con los colores, los sonidos y los olores de la gran ciudad. Las luces brillaban y la gente caminaba por todos lados. Sin embargo, mientras disfrutaba del paseo, Martina sintió que necesitaba hacer pis.
- Mami, tengo ganas de ir al baño. - dijo con un puchero.
- ¿Estás segura, mi amor? - preguntó su mamá, mirando a su alrededor. - Estamos un poco lejos de casa...
- Sí, mami, muy segura. - insistió Martina, apretando sus pequeños puños.
Su mamá trató de buscar un baño cercano, pero no había ninguno. Había muchos restaurantes, tiendas y gente paseando, pero no el baño que necesitaban en ese instante. Martina se estaba aguantando cada vez más, y comenzó a preocuparse.
- No te pongas nerviosa, mi amor, vamos a encontrar un baño - dijo su mamá, intentando calmarla.
Mientras tanto, pasaban por un hermoso parque lleno de flores y árboles. ¡Era tan bonito! Pero Martina tenía que concentrarse.
- Mami, ¿y si me hago pis acá en el parque? - preguntó, con lágrimas en los ojos.
- No, cariño, eso no sería bueno. Vamos a buscar un baño; ¡tenemos que pensar positivo! - respondió su mamá.
Martina respiró hondo y se frotó los ojos. Las flores la distrajeron un poquito.
- Mirá, esos patitos en el lago, mami, ¡son tan bonitos! - dijo Martina, señalando. Su mamá sonrió.
- ¡Sí, son adorables! Pero primero debemos solucionar el tema del baño, ¿te parece? -
Finalmente, después de caminar un poco más, mamá vio un letrero que decía "Baños públicos".
- ¡Martina, ahí está! - gritó, llena de entusiasmo.
Ambas corrieron hacia el baño, y Martina no podía contenerse.
- Rápido, mami, ¡quiero llegar antes de que sea demasiado tarde! - dijo, con la voz entrecortada.
Cuando llegaron al baño, la mamá de Martina la ayudó a entrar. - ¡Listo! - exclamó su mamá cuando finalmente Martina pudo hacer pis.
- ¡Uff, menos mal! - dijo Martina, aliviada.
Al salir, las dos estaban muy felices.
- Ahora podemos seguir disfrutando de Madrid. - dijo su mamá, abrazándola.
Martina aprendió algo importante ese día: a veces las cosas no salen como uno espera, pero siempre hay una solución si uno mantiene la calma y sigue adelante. Además, descubrió que en los momentos difíciles, tener a alguien que te apoye lo hace todo un poco más fácil.
- La próxima vez, haré pis antes de salir de casa - concluyó Martina, riendo.
Al final del día, siguieron explorando Madrid, disfrutando del sol y creando recuerdos inolvidables juntas.
FIN.