Martina y el Granjero Sabio


Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Verde, donde todos sus habitantes se dedicaban a cultivar frutas y verduras. La tierra era fértil, pero necesitaba mucho trabajo para dar buenos frutos.

En Villa Verde vivía una niña llamada Martina. Ella siempre estaba curiosa y le encantaba aprender sobre la naturaleza. Un día, mientras paseaba por los campos de cultivo, encontró a Don Manuel, el granjero del pueblo.

"-¡Hola Don Manuel! ¿Qué estás haciendo?" preguntó Martina con entusiasmo. "-Hola Martina. Estoy preparando la tierra para sembrar nuevas plantas", respondió Don Manuel mientras removía la tierra con su azada.

Martina miró las herramientas que usaba Don Manuel y se dio cuenta de que tenía muchas más en su carrito. "-Don Manuel, ¿puedo ayudarte?" preguntó ella emocionada. Don Manuel sonrió y le entregó una azada más pequeña. Juntos comenzaron a trabajar en el campo, removiendo la tierra y quitando las malas hierbas.

Pasaron los días y Martina siguió aprendiendo de Don Manuel sobre cómo cuidar las plantas. Aprendió que el abono era esencial para nutrir la tierra y mejorar el crecimiento de las plantas.

Un día, mientras caminaban por el huerto, notaron que algunas plantas no estaban creciendo tan bien como deberían. Se acercaron a investigar y descubrieron que había insectos dañinos comiéndose las hojas de las plantas.

Martina tuvo una idea brillante: "-¡Don Manuel! Podemos hacer espantapájaros para ahuyentar a los insectos". Don Manuel quedó impresionado con la creatividad de Martina y juntos construyeron espantapájaros utilizando palos, ropa vieja y sombreros. Los colocaron en medio del huerto y funcionaron como un encanto. Los insectos se alejaron de las plantas.

A medida que pasaba el tiempo, las plantas crecieron fuertes y sanas gracias al trabajo duro de Martina, Don Manuel y todos los agricultores del pueblo. Finalmente llegó el momento de cosechar las frutas y verduras.

Martina estaba emocionada por ver los resultados de su arduo trabajo. Junto a Don Manuel comenzaron a recolectar manzanas rojas, zanahorias jugosas, tomates maduros y muchas otras delicias. El pueblo entero se reunió para celebrar la cosecha.

Prepararon una gran fiesta donde compartieron todas las frutas y verduras que habían cultivado juntos. Martina se sentía orgullosa de lo que había logrado junto a su comunidad. Aprendió que con esfuerzo, paciencia y trabajo en equipo, podían hacer grandes cosas.

Desde aquel día, Martina siguió ayudando en el campo cada vez que podía. Se convirtió en una granjera apasionada por la naturaleza. Y Villa Verde prosperó gracias al amor y cuidado que sus habitantes le brindaban a la tierra.

Y así fue como Martina descubrió su pasión por la agricultura, aprendiendo importantes lecciones sobre el valor del trabajo en equipo, el respeto por la naturaleza y cómo disfrutar los frutos de nuestro esfuerzo.

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