Martina y el Lago de los Sueños



Había una vez un hermoso país llamado Imaginaria, donde los niños y niñas eran reconocidos como sujetos de derechos desde el mismo momento en que nacían.

En este lugar mágico, cada pequeño tenía la libertad de expresarse, aprender y desarrollarse plenamente. En un rincón especial de Imaginaria vivía Martina, una niña curiosa y valiente que siempre estaba dispuesta a descubrir cosas nuevas.

Un día, mientras exploraba el bosque encantado cercano a su casa, se encontró con un extraño ser: era un duende llamado Pipín. - ¡Hola Martina! - exclamó Pipín con alegría -. ¿Quieres acompañarme en una aventura? Martina sonrió emocionada y aceptó sin dudarlo.

Juntos caminaron por senderos desconocidos hasta llegar a un lago cristalino rodeado de flores multicolores. - Este es el Lago de los Deseos - explicó Pipín -. Si lanzas una piedra al agua y pides algo con todo tu corazón, tus deseos se harán realidad.

Martina miró alrededor maravillada y decidió probarlo. Tomó una piedrita del suelo y la arrojó al lago mientras cerraba los ojos con fuerza. Pidió que todos los niños del mundo pudieran disfrutar de sus derechos desde que nacen.

De repente, el lago comenzó a brillar intensamente y las palabras de Martina resonaron en el aire. Cuando abrió los ojos, quedó sorprendida al ver cómo todas las flores del lugar empezaban a crecer rápidamente hasta convertirse en árboles majestuosos.

Además, el agua del lago se volvió dorada y comenzaron a brotar pequeñas estrellas que flotaban en el aire. - ¡Lo lograste Martina! - exclamó Pipín emocionado -. Tus deseos se han hecho realidad.

A partir de ahora, todos los niños y niñas del mundo serán reconocidos como sujetos de derechos desde su nacimiento. Martina sintió una gran alegría al escuchar estas palabras.

Sabía que este era solo el comienzo de un cambio maravilloso para todos los niños y niñas del planeta. A medida que pasaba el tiempo, la noticia sobre Imaginaria se extendió por todo el mundo.

Los adultos comenzaron a comprender la importancia de respetar y proteger los derechos de los más pequeños, garantizándoles una vida digna y feliz desde su nacimiento.

En cada rincón del planeta, surgieron leyes que aseguraban la educación gratuita y accesible para todos los niños, la igualdad de oportunidades sin importar su género o condición social, así como también la protección contra cualquier forma de violencia o maltrato. Martina seguía viviendo en Imaginaria junto a Pipín, pero sabía que había dejado un legado importante en el mundo real.

Su deseo hecho realidad había inspirado a muchas personas a trabajar juntas por un futuro mejor para los niños y niñas. Y así fue como Martina se convirtió en un símbolo de esperanza e inspiración para todas las generaciones venideras.

Su valentía y determinación demostraron que cuando creemos en nuestros sueños y luchamos por ellos, podemos hacer del mundo un lugar mejor para todos.

Desde entonces, cada vez que alguien lanzaba una piedra al Lago de los Deseos, recordaba el poder de los niños y niñas como sujetos de derechos desde su nacimiento. Y así, Imaginaria se convertía en un faro de luz para aquellos que buscaban un mundo más justo y equitativo. .

FIN.

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