Martina y el mágico mundo de los regalos
Martina era una nena hermosa, con una sonrisa que iluminaba cada rincón. A ella le encantaba el color rosa, los unicornios y, por supuesto, ¡los regalos! Además, disfrutaba de comer sushi y hamburguesas de McDonald's, y pasaba horas jugando con su celular y en Avatar World. No olvidemos que su inseparable peluche de chanchito, al que llamaba ‘Chancho’, siempre la acompañaba en sus aventuras.
Un día, mientras estaba en la escuela, su maestra, la señorita Laura, les contó sobre un concurso de talentos que se celebraría en el colegio. El premio sería una caja mágica llena de regalos. Los ojos de Martina brillaron al escuchar eso.
- “¡Yo quiero participar y ganar esa caja! ” - exclamó entusiasmada.
Martina decidió que se presentaría con una danza inspirada en Merlina y la rana René. Para prepararse, empezó a practicar en casa, buscando nuevos pasos y movimientos.
Durante una de sus prácticas, Chancho se cayó de la mesa. Martina lo levantó y dijo: - “No te preocupes, amigo. ¡Tú siempre serás mi mejor compañero! ”
Martina siguió practicando, pero pronto se dio cuenta de que no le salía como quería. Se frustró y se dejó llevar por la desmotivación. - “No voy a poder, Chancho. Hasta la rana René parece más ágil que yo...” - se lamentó.
Un día, su amiga Lola la vio ensayar y le preguntó:- “¿Por qué tan triste, Martina? ”
- “Quiero ganar el concurso, pero no soy buena bailarina...” - respondió ella.
- “Todos tienen su ritmo. Quizá podrías enseñarme, ¡así bailamos juntas! Así será más divertido” - sugirió Lola.
Martina se dio cuenta de que no estaba sola y decidió aceptar la idea de Lola. Juntas se pusieron a practicar, riendo y disfrutando cada paso. Empezaron a crear sus propios movimientos únicos, mezclando la elegancia de Merlina con la diversión de la rana René.
Los días pasaron, y la fecha del concurso se acercaba. Martina y Lola se sentían listas y emocionadas. Pero cuando llegó el día, un problema surgió: Chancho no apareció por ningún lado. Martina lo buscó por todas partes, pero no lo encontró.
- “No puedo bailar sin Chancho. Él es parte de mi… ¡mi suerte! ” - se angustió nodando.
- “No te preocupes, Martina. Vamos a hacer nuestro mejor esfuerzo. Chancho estaría orgulloso de nosotras, sin importar el resultado” - le animó Lola.
Con el corazón un poco aprensivo pero decidido, Martina subió al escenario. En el momento en que la música empezó a sonar, recordó todo lo que había practicado con su amiga y la energía que tenían juntas.
Dejaron que la música fluyera, y comenzaron a bailar llenas de alegría. Pasaron por varios pasos y giraban, mostrando su creatividad. Todo el público aplaudía al ritmo de su presentación, y Martina sentía que Chancho, aunque no estuviera allí, estaba con ella en espíritu.
Cuando terminó la danza, el público estalló en aplausos, y el jurado se veía impresionado. Finalmente, después de todas las actuaciones, anunciaron a las ganadoras.
- “Y la caja mágica llena de regalos es para… ¡Martina y Lola! ” - gritó una de las jurados emocionada.
Las chicas se abrazaron, llenas de alegría.
- “¡Lo logramos! ” - gritó Martina.
Un tiempo después, luego de disfrutar de la caja llena de regalos, Martina se dio cuenta de que ganar no fue lo más importante. Lo mejor de la experiencia fue compartirla con su amiga, aprender a disfrutar del momento y recordar que, aunque a veces las cosas no salen como uno espera, siempre hay amistad que apoya y anima.
Así, Martina, con su amor por el color rosa, los unicornios y su entrañable Chancho, aprendió que en la vida, lo más valioso son las experiencias y los momentos compartidos. Y con una sonrisa, prometió a su chanchito que seguirían teniendo muchas más aventuras juntos, porque aún quedaban muchos concursos y bailes por recorrer.
FIN.