Martina y el perro de la selva


Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de selva, una niña llamada Martina que estaba a punto de cumplir años. Martina era una niña muy curiosa y aventurera, siempre buscaba nuevas formas de divertirse y aprender cosas nuevas.

Un día antes de su cumpleaños, mientras exploraba la selva cerca de su casa, Martina se encontró con un perro negro perdido. El perro parecía asustado y triste, así que Martina decidió acercarse con cuidado para ayudarlo.

"Hola perrito, ¿estás perdido?"- preguntó Martina con ternura. El perro movió la cola tímidamente y ladró suavemente como si estuviera respondiendo a la pregunta. Martina decidió llevarlo a su casa y darle un nombre: Negro.

Desde ese momento, Negro se convirtió en el mejor amigo de Martina. Al día siguiente era el cumpleaños de Martina y ella estaba emocionada por celebrarlo con sus amigos.

Pero cuando llegaron al lugar donde iban a festejar, descubrieron que habían olvidado traer los juegos y las golosinas. Martina no se desanimó y recordando lo valiente que había sido al encontrar a Negro en la selva, tuvo una idea brillante:"¡Vamos todos juntos a buscar juegos divertidos en la selva!"- exclamó entusiasmada.

Sus amigos dudaron al principio pero confiaban en la habilidad aventurera de Martina. Así que todos se adentraron en la selva guiados por Negro.

Durante esa búsqueda emocionante encontraron lianas para hacer columpios improvisados entre los árboles, una cueva secreta que se convirtió en su escondite y hasta un río cristalino donde pudieron refrescarse. Martina y sus amigos no solo encontraron juegos divertidos en la selva, sino también aprendieron mucho sobre la naturaleza.

Descubrieron diferentes plantas, escucharon el canto de los pájaros exóticos y vieron monos saltando de árbol en árbol.

Al final del día, mientras todos volvían a casa con sonrisas en sus rostros, Martina se dio cuenta de algo importante: el verdadero regalo estaba en la amistad y las experiencias compartidas. Esa noche, Martina sopló las velitas de su torta rodeada de sus seres queridos y agradecida por haber vivido un cumpleaños tan especial.

Sabía que nunca olvidaría ese día lleno de aventuras junto a Negro y sus amigos. Desde aquel momento, Martina prometió cuidar siempre de los animales perdidos y ayudar a aquellos que lo necesitaran. También decidió visitar la selva más seguido para seguir aprendiendo sobre ella y disfrutar de su belleza natural.

Y así fue como Martina descubrió que los mejores regalos no siempre están envueltos con papel brillante, sino que pueden encontrarse en lugares inesperados como una selva mágica o incluso dentro del corazón humano.

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