Martina y el secreto de la lluvia


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde la lluvia era algo común. Pero ese día en particular, la lluvia caía con más fuerza que nunca.

A pesar de eso, en una casa cerca del bosque vivía Martina, una niña curiosa y alegre que siempre encontraba la forma de divertirse sin importar el clima.

Martina estaba aburrida de estar adentro viendo caer las gotas por la ventana, así que decidió ponerse su impermeable amarillo y sus botas rojas para salir a jugar bajo la lluvia. Su mamá no podía creerlo al verla salir. "¡Martina! ¿Qué estás haciendo? ¡Vuelve adentro ahora mismo, te vas a resfriar!" -gritó su mamá desde la puerta.

Pero Martina solo reía y saltaba en los charcos mientras cantaba bajo la lluvia. De repente, escuchó un ruido proveniente del bosque y decidió ir a investigar. Entre los árboles descubrió a un pajarito mojado y temblando de frío.

"¡Pobrecito! No te preocupes, yo te ayudaré" -dijo Martina con determinación. Con cuidado, Martina tomó al pajarito en sus manos y lo llevó dentro de su casa.

Lo secó con una toalla suave y le dio un poco de comida y agua para que se sintiera mejor. El pajarito empezó a animarse y canturrear alegremente. "¡Gracias Martina! Eres muy amable" -dijo el pajarito con gratitud. Martina sonrió feliz al ver al pajarito recuperado y listo para volar libre nuevamente.

De repente, se dio cuenta de que había dejado abierta la ventana durante toda esa aventura bajo la lluvia. Corrió hacia allí pero ya era tarde: el agua había entrado en su habitación inundando parte del piso.

Sin embargo, en lugar de frustrarse o asustarse, Martina tuvo otra idea brillante. "¡Mamá! ¡Ven rápido!" -llamó Martina emocionada.

Su mamá llegó corriendo pensando lo peor pero se detuvo sorprendida al ver lo que había hecho Martina: convirtió el desastre en una oportunidad creativa construyendo barquitos de papel para navegar por el —"lago"  dentro de su cuarto inundado. Ambas pasaron horas jugando juntas entre risas y diversión mientras afuera seguía lloviendo sin parar.

Al final del día, cuando las nubes comenzaron a dispersarse y el sol asomaba tímidamente entre ellas, Martina miró a su mamá con ojos brillantes y dijo:"A pesar de la lluvia, hoy fue un día perfecto porque aprendimos que incluso en los momentos difíciles podemos encontrar alegría si tenemos creatividad y buena actitud".

Y así terminó aquel día inolvidable en Villa Esperanza donde la lluvia no fue un impedimento sino más bien una oportunidad para aprender algo nuevo y valioso juntas.

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